viernes, 20 de octubre de 2017

LA SEXUALIZACIÓN DE LA INFANCIA, EL MALTRATO, Y EL RIESGO PARA SU BIENESTAR

Considerado por más de un experto como forma de maltrato infantil, y aceptado por muchos en varias zonas del planeta, el fenómeno de la sexualización de la infancia es un tema de gran impacto, más aún en un contexto donde la sociedad es constantemente bombardeada por los medios de comunicación y «las pautas» que estos trazan.
Considerado por más de un experto como forma de maltrato infantil, y aceptado por muchos en varias zonas del planeta, el fenómeno de la sexualización de la infancia es un tema de gran impacto, más aún en un contexto donde la sociedad es constantemente bombardeada por los medios de comunicación y «las pautas» que estos trazan.
En ese sentido no solo requiere de atención, sino de comprensión y soluciones, pues es una tendencia que supone también la imposición de una sexualidad adulta a las niñas y los niños, que no están ni emocional ni sicológica, ni físicamente preparados para ello, advierten los especialistas.
«Es la propensión de adelantar los comportamientos y actitudes sexuales a edades tempranas», explica Silvia María Pozo Abreu, especialista en Medicina General Integral y Bioestadística, de la facultad de ciencias médicas 10 de Octubre, quien justamente sobre este tema propone el debate en el último número del boletín electrónico PreveMi, correspondiente a los meses de julio a septiembre del 2017, disponible en el portal de Prevención del Maltrato Infantil, de la Red de Salud de Cuba.
Para la autora, son muchos los niños que, «fruto de la sociedad, viven en un entorno erotizado, donde los padres alientan a sus hijas a imitar actrices y modelos que derrochan erotismo, permitiendo que sigan patrones que ni siquiera son reales. No solo se les expone a imágenes hipersexualizadas, sino se les vende la idea de que tienen que verse sexy», señala.
Sobran los ejemplos para ilustrar esta problemática, expone Pozo Abreu, y menciona al respecto «las hijas de modelos famosas, devenidas en famosas modelos desde la infancia o hermanas de otras modelos, que han comenzado la carrera incluso con menos de diez años.
En este fenómeno también influyen los concursos infantiles de belleza donde solamente prima el tener un rostro, busto, es decir, una figura perfecta de niña-mujer. Y es que entonces esto provoca que muchas niñas con poca edad empiecen a medirse por las apariencias. Incluso, algunas de las competidoras han sido sometidas a explotación por las horas de entrenamiento y prácticas punitivas a las que se ven obligadas, refiere la especialista.
Asimismo, el texto menciona no solo el impacto de estos concursos sobre las niñas, sino una afección sicológica «de la que padecen algunos de los padres de las niñas: el “logro conseguido por distorsión”. Consiste en que los padres no son capaces de diferenciar sus necesidades de las de sus hijas, por lo que, ante la necesidad de sentirse exitosos y la obsesión por entrar en los medios, empujan a sus hijas a tener cierta apariencia y comportamiento».
Es entonces –advierte la autora– cuando tenemos que estar alertas porque esta forma de maltrato infantil trae consecuencias negativas en el desarrollo sicoafectivo de los menores.
No debería el fenómeno parecernos distante, en un mundo donde las tecnologías de la información y los medios de comunicación nos acercan, globalizan modas y tendencias, y marcan los comportamientos y la vida de millones de personas. Cuba no está ajena a esta influencia.
De ahí lo prudente de «valorar este problema, que provoca daños más graves que el usar mucho maquillaje con poca edad para una foto o un certamen de belleza, pues se trata de la construcción de la identidad femenina. Como esas menores aprenden a valorarse en base al atractivo y deseo que despierten, es normal que un número cada vez más creciente de niñas y jóvenes a las que se les está despojando de su inocencia aprendan a valorar más lo sexy que lo dulce. Defendamos pues la inocencia infantil evitando el desarrollo de este mal a nuestro alrededor», alerta la especialista.
La reflexión es más que válida. La disminución de la autonomía personal y la quema de etapas vitales para niños y niñas, es uno de los lastimosos resultados de la vida centrada en la mirada del otro; y la separación entre la conducta sexual y la afectiva puede plantear en el futuro problemas relacionales.
Ello, además de trastornos de la alimentación, baja autoestima y depresión.
No se trata de negar que la sexualidad es libertad, y como tal es también necesaria una información sexual adecuada para los más jóvenes. De igual modo, no es para nada fuera de lugar que la adolescencia exprese un pulso reivindicativo en las formas de vestir, además de ser una etapa en la cual se producen cambios físicos, cobra importancia la propia imagen y es lógico gustarse y querer gustar. Pero ello no es sexualización.
De lo que hablamos, y merece la atención de la sociedad es de ese enfoque instrumental de la persona, mediante la percepción de la misma como objeto sexual, y donde quedan al margen su dignidad y sus aspectos personales.
Hablamos de ese fenómeno que trae consecuencias negativas para el funcionamiento cognitivo, la salud física y mental, la sexualidad y las actitudes y creencias; y que para nada ayuda a desarrollar en niñas y niños la capacidad para vivir una sexualidad sana.


Por: Lisandra Fariñas Acosta
Fuente: http://www.granma.cu/todo-salud/2017-08-27/la-sexualizacion-de-la-infancia-el-maltrato-y-el-riesgo-para-su-bienestar-27-08-2017-22-08-19


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