Laura Baena: “Nos han engañado con eso del ‘tiempo de calidad’, los niños y las niñas necesitan tiempo, tiempo que no tenemos”
Laura Baena es
fundadora del Club de Malasmadres y presidenta de la Asociación Yo No Renuncio.
Desde ambas entidades lleva años trabajando para una mejora de las situaciones
que viven las mujeres responsables de los cuidados, la asunción de
responsabilidades por parte de sus compañeros en estos cuidados, así como de
las administraciones en lo relativo a la conciliación. Hablamos con ella de
esto y, sobre todo, de la relación, a veces complicada, de familias y escuelas.
Hace unos días, Laura Baena participó junto a
Laura Rojas-Marcos en una charla organizada por EduCaixa en Madrid bajo el
título Escuela y familia: educar juntos en positivo. El tema sobre la mesa era el desarrollo de una educación
emocional sana. Hemos querido hablar con Baena sobre los mimbres para construir
esa educación emocional en el binomio colegio-familia que, aunque en la mayor
parte de las ocasiones funciona bien, también tiene tiranteces que hay que
limar.
En la jornada en
EduCaixa has compartido espacio con Laura Rojas-Marcos para hablar de la
colaboración colegio-familia para desarrollar una educación emocional sana.
¿Cuáles son los fundamentos de esta educación?
Creo firmemente en el equipo que debemos hacer
escuelas y familias porque es clave para una buena educación de nuestros hijos
e hijas, que son el futuro. Los niños y las niñas, como dice mi compañera y
educadora Sonia López, deben ser testigos del buen entendimiento entre
profesores y familias y esto no siempre es así. Para mí hay claves
fundamentales como abrir espacios de diálogo, activar la empatía y facilitar la
comunicación. Mi compañera de conversación Laura Rojas-Marcos habló de algo muy
interesante: la relación derecho/deber. Creo que a veces las familias nos
centramos en “tenemos derecho a saber, a que nos cuenten”, pero también debemos
activar el deber para que cultivemos relaciones sanas. Y por otro lado, creo
que las escuelas deben hacer un esfuerzo de ser conscientes de la realidad de
las familias, abrir nuevos canales de comunicación, ser más flexibles en
horarios y mostrar la escuela como un espacio abierto a las madres y padres.
Con el fin de que haya una confianza interpersonal, una corresponsabilidad
entre los dos agentes, que al final va a ser claramente para mejorar la
relación y la educación de los alumnos y alumnas.
¿Cómo deberían
trabajar docentes y familias para poder realizar esta educación emocional sana?
Con una mayor escucha activa y mejorando la
manera en la que nos acercamos al otro. Creo que muchas veces lo hacemos desde
la crítica en negativo, enfrentándonos, cuando realmente si nos paramos a
hablar, desde la empatía de conocer la realidad del otro, conseguimos una
comunicación mucho más compasiva y colaborativa, que creo que falta entre
escuelas y familias. En la charla en Caixaforum, una de las Malasmadres allí
presentes dijo: “No nos enfoquemos tanto en lo que tenemos que hacer nosotras
sino en contar con los niños y las niñas”. Queda mucho para trabajar una
educación emocional, donde el niño y la niña se sientan escuchados y valorados,
donde trabajemos no solo una educación emocional general, sino personalizada.
Pero para esta educación emocional sana, en valores que queremos tanto
educadores como madres, son necesarios más recursos, ratios más bajas y un
cambio en el modelo educativo que no se está dando. Siempre hablo pensando en
la educación pública. Sé que hay proyectos de colegios que incluyen
metodologías nuevas, más basadas en el talento, las emociones, el
emprendimiento… pero esto debe llegar a la educación pública.
La relación entre la vida y el trabajo no
funciona y esto perjudica a la educación, sin duda
¿Cómo crees que
afectan las dificultades de la conciliación familia-trabajo a esta educación
emocional sana? Pienso en jornadas maratonianas de trabajo, de extraescolares,
etc.
Afectan muchísimo en todos los aspectos que
estamos hablando. Por un lado, en la relación familias – escuelas. Los
educadores se quejan y se frustran de hacer actividades en las que las familias
no participan, muchas veces ponen el dedo acusador de: “A las familias no les
importa”, sin pensar en lo que te decía: su realidad. ¿Esa madre puede
participar en una actividad del colegio? ¿No quiere o no puede? Seamos
conscientes de que el sistema, las estructuras y el modelo laboral da la
espalda a la maternidad, a la crianza, a la educación y hace imposible tener un
papel activo, participativo en la vida del colegio. Estas jornadas maratonianas
no te dejan tiempo para el asociacionismo, estamos sobreviviendo, no
conciliando y, además, esto perjudica a la educación emocional que nos gustaría
fomentar en casa y no podemos. Nos han engañado con eso del “tiempo de
calidad”, los niños y las niñas necesitan tiempo, tiempo que no tenemos. Por lo
que para que esto funcione y podamos hacer equipo se tiene que
corresponsabilizar toda la sociedad. La falta de tiempo nos lleva a una sociedad
sin futuro y a mucha culpa, frustración a las madres, que somos las principales
responsables del cuidado, la crianza y la educación. Siete de cada 10 mujeres
se sienten solas ante la crianza de sus hijos e hijas, según nuestro estudio
“Las Invisibles”. La relación entre la vida y el trabajo no funciona y esto
perjudica a la educación, sin duda. Luego nos echamos las manos a la cabeza al
ver los datos de la natalidad en España. ¿Dónde están las políticas de familia,
conciliación y natalidad?
Como apuntabas, cuando
hablamos de familias, en realidad, queremos decir madres. ¿Por qué los hombres
no se corresponsabilizan de la educación de sus hijas e hijos? ¿Qué efectos
tiene en la educación emocional de niñas, niños y adolescentes que sus padres
no se responsabilicen lo suficiente, al menos, en ocasiones?
La corresponsabilidad no existe en España. Y
hay mucha confusión, seguimos anclados en el “él me ayuda”, “comparte tareas en
el hogar, recoge a los niños/as del cole, va a la compra”… No, eso no es
corresponsabilidad. Y ojo que muchos no llegan ni a eso. Corresponsabilidad es
compartir también las tareas invisibles, la planificación de las vacunas y
extraescolares, la organización de las vacaciones, la gestión del día a día, la
carga mental, los grupos del WhatsApp del cole, las fiestas infantiles, los
disfraces y el cuidado cuando el niño o la niña enferma. Cuando un hijo
enferma, solo un 8% de los hombres interrumpe su jornada laboral. Este dato,
por dar uno, nos refleja el panorama que vivimos. Somos nosotras, las mujeres,
las madres, las que agotadas soportamos el cuidado y las tareas del hogar, pero
es que además gestionamos emocionalmente todo lo que ocurre en casa y nos
encargamos de acompañar a nuestros hijos e hijas en el día a día a nivel
emociones. Esto provoca un coste en las mujeres altísimo.
Yo recuerdo un día que una Malamadre me dijo:
“Le he dicho a mi pareja (que era hombre) que su falta de corresponsabilidad
afecta a mi salud mental” porque no había manera de que tomase conciencia. Las
mujeres tenemos que delegar más, exigir su cuota de responsabilidad y ellos
tienen que renunciar a los privilegios y ejercer de padres, cuidadores y
educadores por responsabilidad, por derecho, por disfrute y no por obligación.
Hace poco di una charla en clase de mi segunda hija (8 años) y a la pregunta:
“¿Quién hace las cosas en casa?”. La mayoría (menos 2, una de ellas mi hija)
dijeron: mamá. Estamos muy lejos. Para mí es clave que los niños y las niñas
tengan de referentes a sus dos progenitores, si los tienen y se
responsabilizan, claro. Pero más allá de eso, es que es un tema de justicia
social e igualdad. No es solo por su educación sino por nosotras, por la salud
mental de las mujeres. Para educar bien, hay que estar bien. Tenemos que
compartir, tenemos que sentirnos menos solas, tenemos que tener tiempo propio y
autocuidarnos. Hay que hacer más tribu.
Alargar los horarios escolares es un parche.
Un parche que dice muy poco del compromiso político que esperamos
Un punto habitual de
fricción entre escuelas y familias tiene que ver con los horarios escolares.
¿Qué te parece este debate? ¿Dónde estaría, al menos en parte, la solución?
El enfoque desde las instituciones de este
tema es erróneo. Se plantea alargar los horarios escolares como solución y no
lo es. Alargar los horarios escolares es un parche, un parche que ayudaría a
muchísimas familias que no pueden seguir adelante, que tienen que pagar el
cuidado, tirar de abuelas o renunciar a salario o a su trabajo para poder
conciliar. Un parche que dice muy poco del compromiso político que esperamos.
Porque son los horarios laborales los que deberían adaptarse a los escolares.
El modelo laboral así no funciona. No se trata de abrir los colegios todo el
día para mantener el sistema productivo y que las madres puedan trabajar
jornadas infinitas, llegando exhaustas a recoger a los niños. La gran renuncia
de las madres no se frena con esto. Dicho esto, sí que creo que los colegios
deben plantear opciones para familias en situaciones especiales, para días no
lectivos, para vacaciones. Pero urge revisar el modelo de jornadas inflexibles
que tenemos en España y dar el valor que se merecen los cuidados y la
maternidad. Hay que reconocerla socialmente y abordar la conciliación desde
todas las perspectivas, impulsando un Plan Nacional por la conciliación, como
exigimos desde la Asociación Yo no renuncio. A día de hoy conciliar es un
privilegio pagado, más aún cuando llega el verano y la “conciliación” de nuevo
salta por los aires, con campamentos prohibitivos para muchas familias, sin
plazas públicas, haciendo malabares, cogiendo permisos sin sueldos o
renunciando, siempre renunciando, nosotras.
Periodista
especializado en educación. Director de El Diario de la Educación. Antes en
Periódico Escuela
Fuente
https://eldiariodelaeducacion.com/2023/06/12/laura-baena-nos-han-enganado-con-eso-del-tiempo-de-calidad-los-ninos-y-las-ninas-necesitan-tiempo-tiempo-que-no-tenemos/