domingo, 28 de junio de 2020

Pedagogías emergentes en tiempos de confinamiento

Comunidades Virtuales de Aprendizaje, Aprendizaje Cooperativo, Homeschooling, cultura Maker… Estas y otras pedagogías tienen un gran potencial para facilitar el aprendizaje a distancia. Gracias a un proyecto de aprendizaje-servicio coordinado por el profesor Fernando Trujillo Sáez y Conecta13 dentro del Máster en Innovación Educativa de la Universidad Carlos III, la Fundación Estudio y la Institución Libre de Enseñanza, os hablamos de todas ellas.


Desde principios de marzo, más de 10 millones de estudiantes se han visto forzados a aprender desde sus hogares y miles de docentes están trabajando desde sus casas. Y desde entonces, en nuestra web hemos publicado una serie de artículos resumiendo el potencial de hasta 11 metodologías y pedagogías para facilitar el aprendizaje a distancia; un proyecto de Aprendizaje-Servicio coordinado por el profesor Fernando Trujillo Sáez y Conecta13 dentro del Máster en Innovación Educativa de la Universidad Carlos III, la Fundación Estudio y la Institución Libre de Enseñanza. Estas son todas ellas. 

Comunidades Virtuales de Aprendizaje
Las Comunidades de Aprendizaje se caracterizan por ser espacios en los que los participantes cooperan e interactúan activamente en la construcción conjunta de unos objetivos de aprendizaje previamente definidos. Además, pueden contribuir a que los estudiantes se sientan menos aislados y más apoyados, así como a descargar tanto a profesores como alumnos de tareas que pueden realizarse de forma compartida.

Lesson Study
La metodología Lesson Study (LS) busca mejorar paulatinamente el proceso de enseñanza y aprendizaje a partir del análisis de las prácticas, relaciones interpersonales, hábitos y herramientas que se emplean en las aulas. Para ello, se plantean actividades de realización individual y en grupo que tienen como intención observar al alumnado, sus errores y las dificultades que encuentran en ellas. Además, se busca reforzar la autonomía de cada uno y fomentar el trabajo en equipo.

Diseño Universal de Aprendizaje
La diversidad de las aulas sigue presente también cuando la formación se hace a distancia, y el Diseño Universal de Aprendizaje (DUA) puede convertirse en una herramienta ideal para que cualquier estudiante aprenda a aprender y esté motivado por su aprendizaje. En este sentido, el DUA es de gran utilidad para enriquecer la enseñanza y la atención a la diversidad y no olvidar el compromiso del docente en la educación inclusiva. 

Movimiento maker
La palabra ‘maker’ proviene del verbo inglés ‘to make’, cuya traducción al castellano es ‘hacer’. Este movimiento se define con un verbo porque su base es la práctica, el aprendizaje en acción. Se inspira en la cultura DIY (Do It Yourself, hágalo usted mismo) y se ha desarrollado principalmente en espacios no educativos (FabLabs, laboratorios de fabricación), pero es creciente el interés por la aplicación de sus principios a la enseñanza de las STEAM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Artes y Matemáticas por sus siglas en inglés). Sin embargo, sus virtudes no residen en la incorporación de la tecnología en el aula, sino en la metodología y lo que varios autores denominan la mentalidad del maker. 

Aprendizaje basado en el juego
¿Se puede aprender sin caer en la saturación, el cansancio o el aburrimiento durante estos días de obligado aislamiento? El Aprendizaje basado en el juego (ABJ) consiste en introducir juegos tanto analógicos como digitales en el aula como herramienta de aprendizaje – una tradición centenaria que revive gracias a los videojuegos y una nueva cultura de juegos de mesa y rol. Todos ellos pueden convertirse en una potente herramienta educativa para trabajar los contenidos curriculares y las llamadas ‘destrezas del siglo XXI’. 

Gamificación
El objetivo de esta metodología es mejorar habilidades y adquirir conocimiento, además de convertirse en una herramienta eficaz en relación con la motivación del alumnado: el uso de estos elementos estimula y potencia el esfuerzo de los estudiantes con mayor claridad que el aprendizaje convencional. Las mecánicas de los juegos pueden ser utilizadas en todos los niveles, desde Educación Primaria, pasando por Secundaria, hasta llegar a la Educación Superior.  

Inteligencias múltiples
La teoría de las Inteligencias Múltiples (IM), desarrollada por el psicólogo estadounidense Howard Gardner,  propone 8 inteligencias asociadas a distintas capacidades: cognitivas: lingüística, lógico-matemática, visual-espacial, musical, cinética-corporal, naturalista, intrapersonal e interpersonal.

Aprendizaje Basado en el Pensamiento
El Aprendizaje basado en el Pensamiento (o Thinking Based Learning, TBL) ayuda a los estudiantes a aprender a ser buenos pensadores, de manera que aprendan a desarrollar este pensamiento dentro de la escuela y fuera de ella, donde tan necesario es para, entre otras cuestiones, racionalizar eficazmente la sobrecarga informativa proveniente de medios de comunicación y de redes sociales.

Pensamiento visual
El pensamiento visual o Visual Thinking se basa en la utilización de recursos gráficos para la expresión de conceptos e ideas. Pretende transformar un contenido textual o audiovisual en representaciones gráficas para que la mente pueda comprenderlas de una forma más eficiente. Ayuda a la comprensión de conceptos pues para dibujar una idea el alumno ha de pensarla, sintetizarla y finalmente representarla de manera original. Algunas de las técnicas para esta representación visual de contenido son los mapas mentales, el storytelling y el sketchnoting. 

Aprendizaje Basado en la Indagación
El aprendizaje basado en la indagación (ABI) es una metodología que puede resultar muy útil para la enseñanza de las ciencias, tanto naturales como sociales, así como para cualquier contenido y nivel educativo. Tiene innumerables ventajas en términos de aprendizaje y puede llevarse perfectamente de manera online. 

Aprendizaje Basado en Problemas
Pretende activar el aprendizaje investigando y discutiendo un problema real. Su origen remonta a las facultades de medicina canadienses, donde han evidenciado su éxito en la formación de personal sanitario a través de casos reales (Dolmans, 2016). En este procedimiento se plantea un problema real (o realista) a los estudiantes; un tiempo de investigación autogestionado por los estudiantes pero guiado por el docente. Y finalmente, los datos y las propuestas para resolver el problema. 

Homeschooling
Esta escolarización en el hogar o en familia (Valle, 2012) es una “opción educativa que adoptan determinados ciudadanos que deciden educar a sus hijos o hijas en el hogar, al margen del sistema educativo tradicional”. Las motivaciones para acogerse a esta alternativa didáctica suelen estar vinculadas al rechazo al sistema educativo ‘normalizado’, a las creencias de que se puede educar mejor en casa o a otros motivos ideológicos. No obstante, en esta época de pandemia, la amplia experiencia de muchas familias en el ámbito del homeschooling nos puede servir para encontrar algunas claves útiles para nuestra labor docente en un contexto virtual o semi-presencial.

Aprendizaje-Servicio
El Aprendizaje-Servicio (ApS) es una metodología que conecta el proceso de aprendizaje con la realización de un servicio a la comunidad. A partir de proyectos concretos, estudiantes de diferentes niveles educativos pueden aprender los contenidos del currículo generando mejoras en el contexto que les rodea. Utilizar el ApS puede ser una manera de fomentar el espíritu ciudadano de los aprendices y de desarrollar valores fundamentales.

Aprendizaje cooperativo
Al contrario que los grupos de trabajo al uso, su funcionamiento no es espontáneo, sino que requiere de un cierto grado de planificación: es necesario que el profesor invierta tiempo en la programación del ejercicio y en la preparación de sus estudiantes para conformar una estructura cooperativa que garantice la participación y el aprendizaje de todos los integrantes del equipo.





EDUCACIÓN 3.0
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martes, 23 de junio de 2020

CÓMO TRATAR LA RABIA, EL MIEDO Y EL ABURRIMIENTO DURANTE EL CONFINAMIENTO

El ser humano debe aprender a gestionar y regular sus emociones, sobre todo en momentos de crisis como el actual. Tres de estas emociones son la rabia, el miedo y el aburrimiento. ¿Cómo afrontarlas? Pax Dettoni Serrano, antropóloga, experta en Educación Emocional y creadora del programa de alfabetización emocional ‘En Sus Zapatos’, nos proporciona las claves para conseguirlo.


Las emociones en el confinamiento no son ni buenas ni malas, son inevitables. Somos seres que sentimos emociones constantemente. Para quien se ejercita en identificarlas, pronto descubre que en un día podemos sentir millones de reacciones emocionales diferentes.
Bitbrain, una empresa dedicada a la neurociencia, llevó a cabo un estudio de las reacciones emocionales de los espectadores de un partido entre el Barcelona y el Real Madrid, registrando más de 6,5 millones en los 90 minutos que duraba el encuentro. Lo cierto es que la vida para algunos es más tranquila que un Barça-Madrid, para otros quizás más intensa. Así que, dependiendo de esto, es posible hacerse una idea de cuantas reacciones emocionales podemos llegar a sentir cada uno de nosotros en un día. Sea como sea, son muchísimas.

Si esos impulsos emocionales son los que conducen nuestros comportamientos, nos convertiremos en montañas rusas que acaban agotadas de su propio movimiento y mareando a todo aquel que se les acerque.

Aprendiendo a regular las emociones en el confinamiento
Para vivir con cierto bienestar personal y convivir con cierta armonía con las demás personas, no hay otro camino que aprender a regular o gestionar las emociones. Es decir, aprender a calmarse para no dejarse llevar por las reacciones emocionales.

El primer paso de este aprendizaje es, sin duda, la respiración. Cuando nos damos cuenta de que una emoción está presente en nuestro mundo interior y empieza a empujarnos con su impulso. Es momento de parar y respirar profundamente, iniciando el proceso de calma.
Después, hay que desarrollar la habilidad del auto diálogo, pues con ella no habrá emoción que se nos resista. Aprender a hablarnos a nosotros mismos de la manera adecuada es igual de importante que aprender a hablar a las otras personas. El problema es que, por lo general, no sabemos qué decirnos para salir de la influencia de determinadas emociones.

Por ejemplo, ante el enfado es probable que lo que nos surja como auto diálogo es darnos más razones para sentir la rabia y, con ello, lo que conseguimos es enfadarnos aún más. Si no hay calma y consciencia de nuestros pensamientos será muy difícil gestionar la emoción.

Siguiendo con el ejemplo del enfado, para lograr calmarnos –además de respirar profundamente– hemos de ser capaces de hablarnos a nosotros mismos con pensamientos que logren disuadir la frustración que nos ha llevado a sentir la rabia. Lo mismo ocurrirá cuando queramos disuadir otras emociones comunes (sobre todo en estos tiempos de confinamiento) como son el miedo o el aburrimiento.

Píldoras para el miedo, la rabia y el aburrimiento
Para cada una de estas tres emociones básicas existen píldoras que ayudan a construir un auto diálogo que permiten gestionarlas y calmarlas.
En el caso de la rabia, la píldora que podemos tomar se llama paciencia y ayuda a guionar pensamientos en nuestro interior para calmar ese enfado:
 “Ahora no lo ha hecho porque está cansada, lo hará más tarde. Esperaré antes de decirle nada” o “No me ha preguntado cómo me siento, quizás está preocupado. Le preguntaré si necesita algo”

Para el miedo, la píldora es la confianza. En cuanto la tomemos podremos elaborar un auto diálogo que calmará ese miedo con pensamientos del tipo:

“Aunque aún no hay claridad con lo que puede ocurrir, prefiero confiar porque pase lo que pase podremos salir adelante” o “Podemos contagiarnos por supuesto, pero confío en que sabré tomar las precauciones necesarias para que no ocurra y también para tener un sistema inmunológico fuerte”

El aburrimiento, que también puede ser común en el confinamiento, requerirá de la píldora de la curiosidad. Con ella, seremos capaces de disuadir a la desidia del aburrimiento diciéndonos a nosotros mismos: “Otro día más para estar en casa. Siempre he querido probar la zumba, voy a hacer una clase por YouTube” o “Aprovecharé este tiempo muerto para leer el libro que me regaló mi hermana, y quizás entienda por qué a ella le gustó tanto”.

Además de estas tres emociones, sentiremos muchísimas otras y cada una de ellas tiene, por supuesto, su propia píldora para el auto diálogo que puede ayudar a calmarla.




Por Educación 3.0
Fuente: https://www.educaciontrespuntocero.com/opinion/emociones-en-el-confinamiento/

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sábado, 20 de junio de 2020

«Los niños viven el momento y tienen más resiliencia, aguantan mejor esta situación que los adultos»

  • La pediatra Vicky Fumadó, del Hospital de Sant Joan de Déu, nos habla de cómo el coronavirus ha cambiado las rutinas de uno de los hospitales pediátricos de referencia de España y destaca la necesidad de inversión en salud pública y epidemiología para prevenir pandemias como la del coronavirus


Vicky Fumadó es pediatra del Hospital Sant Joan de Déu especializada en enfermedades infecciosas y patología importada y tropical. Durante su trayectoria, ha trabajado en Saint John of God Missionary Hospital de Sierra Leona durante la epidemia del ébola y también en otros países del continente africano como Tanzania, Etiopía y Mozambique. Considera que si el coronavirus llega al continente africano con la misma intensidad que en Europa, puede tener graves consecuencias debido a la gran fragilidad de los sistemas sanitarios africanos. «Los programas de salud funcionan con la financiación de los países occidentales, y eso se notará mucho en 2021. El presupuesto para cooperación en materia de salud de África será todavía mucho más limitado», señala la pediatra.

También remarca que, en general, hace falta una mayor inversión en prevención ante las epidemias. «Nuestro sistema sanitario es muy bueno en el ámbito asistencial, pero se invierte muy poco en salud pública y epidemiología que, en este caso, son las herramientas que nos hubieran ayudado a contener mejor la pandemia del coronavirus».

¿Cómo está viviendo el Hospital Sant Joan de Déu la crisis del coronavirus?
El coronavirus ha trastornado nuestras rutinas. Desde enero teníamos activado todo un dispositivo por si llegaba el virus. Además, el hospital tiene un convenio de colaboración con China, que nos envía niños para tratarlos en el hospital. En todo este tiempo, eso no se ha dejado de hacer, por lo que teníamos que estar muy preparados para poder atender bien a los pacientes. Desde enero empezamos a dar formación para que los profesionales aprendieran a ponerse los equipos de protección individual, ya que sólo los que trabajamos con alto aislamiento estábamos formados. Adoptamos las adecuadas medidas de protección y nos fuimos adaptando a las circunstancias según evolucionaba la epidemia.
Los primeros casos que tuvimos fueron muy leves. Primero testábamos todos los pacientes, pero llegó un momento que esto no era posible. Había muchos más posibles casos que test. En este momento, las dinámicas de trabajo del Hospital cambiaron mucho. Somos un Hospital «amigo de los niños», en el que hay muchos lugares para jugar, hay payasos, magos, perros, zonas de espera para las familias y un contacto muy estrecho con voluntarios. Todo ello se tuvo que desmontar de la noche a la mañana. Hemos tenido que dejar de hacer lo que hacía que nuestro Hospital tuviera unas características tan especiales, para priorizar la seguridad.

¿Cómo se han tenido que adaptar los profesionales y las infraestructuras hospitalarias?
En medio de la pandemia tuvimos que adaptar espacios para ingresar a los pacientes y separar zonas con pacientes Covid-19 y zonas libres del virus. Hubo un momento en el que el Hospital admitió adultos, primero los más jóvenes y luego no tanto, para dar ayuda al resto de hospitales de Cataluña, y especialmente de Barcelona. Muchos hospitales cerraron las unidades de pediatría y nosotros, al ser un monográfico, tuvimos que atender a todos los niños con otras patologías, de acuerdo con los otros hospitales. La vida hospitalaria cambió mucho, y aún continúa cambiando. Hemos pasado de tener unos pocos casos aquí a estar rodeados por la pandemia, y todo ello requiere adaptaciones muy rápidas del personal y de toda la infraestructura hospitalaria.
La adaptación de los profesionales para atender adultos ha sido, sobre todo, en relación a las UCI y la hospitalización, siempre contando con apoyo de internistas y del Hospital Clínico para poder adaptar las pautas y protocolos y pedir ayuda en el tratamiento de enfermedades de los adultos que acompañan a esta infección. Sobre todo, hemos tenido que ponernos muy al día con la afectación que tiene el coronavirus en los adultos y la que tiene en los niños. La infección la podíamos tener protocolizada y saber las complicaciones que hay, pero en los adultos hay otras enfermedades que acompañan a la infección que no estamos acostumbrados a tratar.

En los niños la incidencia del coronavirus es bastante leve.
Sí que es cierto que en la gran mayoría es leve, pero hemos visto casos más graves; hemos tenido niños ingresados ​​en las UCI. De hecho, desde el Hospital hemos puesto en marcha una plataforma que se llama ‘Kids Corona’ que consiste en varios estudios para ver la incidencia del coronavirus en los niños y estudiar por qué la expresión de la enfermedad es más leve en los niños. Se trata de estudiar núcleos familiares que hayan sufrido la Covid-19, para determinar por qué la incidencia del virus parece menor en niños que en adultos. Este programa comenzó porque cuando llevábamos casi 400 test sólo había un 5% de positivos y, a partir de ahí, nos preguntamos qué estaba pasando. Hay varios estudios en marcha, basados ​​en varias hipótesis, como la protección que puede proporcionar la microbiota de la nasofaringe en niños, o el estudio de biomarcadores que pueden favorecer la protección del organismo del niño, entre otros.

¿Cómo cambiarán las dinámicas de trabajo con la reducción de la intensidad de la pandemia?
Ahora mismo estamos en un proceso de desescalada, tenemos menos pacientes ingresados ​​en planta y en las UCI. Se están volviendo a abrir algunas consultas externas que durante este periodo no han sido esenciales y han disminuido mucho su actividad, y esto hace que queramos ser un espacio seguro para el personal y los pacientes que llegan. Debemos seguir haciendo circuitos diferenciados de pacientes y ver un poco en cada servicio que hay que hacer y cómo tratar los grupos más vulnerables de pacientes para que todo sea lo más seguro posible. También se seguirán haciendo seguimientos telemáticamente de algunas patologías como hemos hecho hasta ahora, para no poner en riesgo a los pacientes.
Una filosofía que siempre nos guía es hacer que el niño se sienta como en casa, que esté cómodo y tenga un ambiente amigable, en este momento no puede ser la prioritaria; lo primero es que el Hospital sea un sitio seguro. Los acompañantes se han reducido sólo a uno y las mujeres que ahora tienen un hijo no pueden recibir visitas. Y esto tendrá que seguir así mientras haya transmisión comunitaria. En estos momentos parece que está bajando, pero no podemos asegurar nada y es posible que haya un rebrote, porque durante muchas semanas hemos sido confinados y ahora que volvemos a salir a la calle lo más probable es que haya una subida de casos, aunque esto no quiere decir que se llegue a la situación de antes.

Con el retraso en las pruebas diagnósticas, ¿puede ser que en los próximos meses se detecten más casos entre niños de enfermedades graves, como el cáncer?
Aunque parte de la actividad se ha reducido en las últimas semanas, lo que es esencial no se ha postpuesto. Oncología, por ejemplo, ha continuado funcionando. No creo que pase, porque normalmente cuando detectas un cáncer o enfermedad grave es que un niño se ha puesto muy enfermo. Lo que sí sucederá es que actividades no imprescindibles se alargarán más en el tiempo y esto puede tener una repercusión en las listas de espera. Pero todo lo que son enfermedades graves hemos intentado que la gente viniera y se sintiera segura. Lo que sí hemos notado es que la gente, a veces, tenía miedo a venir al Hospital. Yo cada día llamaba a los pacientes que debían venir al día siguiente para saber si vendrían y mucha gente me decía que, como no era imprescindible, vendrían cuando hubiera pasado todo esto. También ha ocurrido que pacientes con enfermedades muy agudas, como puede ser una apendicitis, han venido más tarde, de tal manera que han venido con patologías más evolucionadas.

Usted es especialista en Medicina Tropical. Ahora mismo la incidencia en África del coronavirus todavía es bastante leve, pero ¿cómo cree que puede afectar la pandemia en el continente africano? Parece evidente que los sistemas sanitarios africanos no están suficientemente preparados.
De momento el número de casos en el continente africano es mucho más bajo de los que hay aquí. Por suerte. Pero claro, yo he vivido la epidemia del virus del ébola allí, trabajando en Sierra Leona en el Hospital Saint John of God, y la epidemia dejó un sistema sanitario, que ya es precario de por sí, muy destruido. La gente tenía mucho miedo de ir a los hospitales, por lo que morían de otras enfermedades, como de malaria o, por ejemplo, mujeres que tenían el parto en casa, sin ninguna atención. Esto da miedo, porque ellos tienen mucho en la cabeza la idea del ébola. Las repercusiones de una pandemia como el coronavirus en un sistema de salud mucho más débil que el nuestro serían mucho mayores, también para la mortalidad por otras enfermedades.
Lo más preocupante es que la Covid-19 arrastra en Europa y en los países más ricos a una crisis económica muy grave, debido al paro de la economía y de las industrias. Si aquí las consecuencias pueden ser nefastas, en África aún lo serán más. La mayoría de personas viven en la pobreza y sobreviven de donaciones, los programas de salud funcionan de la financiación de los países occidentales, y eso se notará mucho el 2021. El presupuesto para cooperación en materia de salud de África será todavía mucho más limitado. Esto si no acaba de entrar el virus, porque, si entra será terrible. Afectará de una forma aún más acentuada que en Europa. No sabemos exactamente por qué el virus aún no tiene mucha incidencia en el continente africano. Se dice que tal vez es por el clima, que la incidencia directa de los infrarrojos en el virus puede ayudar a su destrucción. Pero pueden ser otros factores. También puede ser porque hay una media de población más joven, que puede ser un factor que contenga también los casos más graves. Hay muchas cosas que no sabemos de este virus todavía. Es complicado. Es muy desconocido todavía y, cuando pensamos que estamos controlando algo, nos aparece otra cosa.

¿Cree que algunos países africanos pueden estar más preparados ante el coronavirus, con la experiencia que tienen del ébola?
Sí están más preparados a la hora de aceptar un confinamiento, a saber que hay un momento en que deben aceptar lo que viene y limitar sus movimientos, pero no están preparados, los sistemas de sanidad que tienen no son fuertes. Continúan siendo mucho más fuertes los nuestros. Nosotros tenemos mucha suerte de estar donde estamos. Al final se han puesto en marcha los recursos, tendremos una grave crisis económica, pero yo creo que vamos a salir de esta. Creo que, con esfuerzo, dentro de un año tendremos una vacuna. La gente ha sufrido mucho, y está sufriendo, pero aprenderemos que la prevención es importante, que cosas tan básicas como el lavarse las manos puede controlar una infección, y muchas otras cosas simples y no tan simples. Nos han colocado en nuestro sitio un poco.

¿Qué lecciones extraeremos de todo esto?
En el mundo occidental vivíamos en una falsa seguridad. Pensábamos que las epidemias no podían volver y que no podría pasar esto, y ahora nos hemos sentido vulnerables, y creo que le daremos más importancia a cosas a las que no se la dábamos. Creo que esta crisis nos ha hecho sentir menos prepotentes, y darnos cuenta de que tenemos que trabajar para tener un mundo mejor y sin infecciones, y que hay cosas sencillas que puede hacer todo el mundo que deberían estar mucho más interiorizadas e incluidas en la nuestra educación. Yo creo que mucha gente no se lavaba las manos al volver de la calle, y son cosas muy sencillas que permiten cortar la transmisión de un virus.

Los niños han estado muchos días encerrados en casa y hace sólo unos días que pueden salir un rato. ¿Cree que este confinamiento puede tener consecuencias en su salud mental?
La verdad es que los niños aguantan mejor las cosas que los adultos, tienen mayor resiliencia. Han podido disfrutar de pasar el rato con sus padres y han podido divertirse en algunos momentos. Pero sí es verdad que no todos tienen las mismas oportunidades. Hay pisos que son muy pequeños y en los que viven muchas personas. Esto al final genera tensión en la familia, porque los niños se ponen nerviosos si no se pueden mover. Naturalmente, quienes han tenido un mínimo espacio o una terraza, lo habrán vivido mejor que quienes viven en un espacio cerrado y oscuro, y con mucha gente en casa. Pero en relación a la recuperación y a los problemas de salud mental, tienen y tendrán más los adultos que los niños. Además, hay otra cosa, que es que los niños viven la inmediatez, viven el momento.

Nosotros vivimos más angustiados de cara el futuro.
Exacto, y tales preocupaciones no las tienen ellos. Si en ese momento se lo están pasando bien, no piensan si mañana podrán salir de casa. Cuando a un niño le dices: «Esto lo haremos el próximo domingo», te dice: «¡Uff, falta mucho!». Quizás lo han vivido peor los adolescentes, pero la mayoría pueden utilizar herramientas para comunicarse con sus compañeros.

¿Cómo puede haber afectado el confinamiento en niños con trastornos como el autismo o, por ejemplo,  déficit de atención o especialmente hiperactivos?
Ha afectado, sobre todo, a los niños con autismo, los niños con los que no puedes conectar o a los que no les puedes contar las cosas y necesitan moverse. Por eso al final se consiguió que pudieran salir e, incluso, algunos se tuvieron que identificar porque si no la gente les insultaba desde los balcones. Era necesario que estos niños pudieran salir. De hecho, yo creo que si fuéramos más disciplinados, se hubiera podido hacer que todo el mundo pudiera salir a dar una vuelta un rato, pero ya has visto que cuando se puede salir, la gente sale y se junta, con lo cual es complicado llevar a cabo el desconfinamiento de una forma segura.

¿Cree que se está asumiendo responsablemente la desescalada por parte de la ciudadanía?
Me ha parecido observar que no se mantiene correctamente la distancia física que debe mantenerse. No se han utilizado correctamente las mascarillas en lugares donde no se puede mantener esta distancia…eso me preocupa, son cosas que nos pueden hacer ir hacia atrás.

¿Nuestro sistema de salud estaba suficientemente preparado para la pandemia del coronavirus? ¿Qué mejoras reivindica?
Yo creo que tenemos un buen sistema de salud, muy buenos profesionales y hospitales, pero la salud pública y la epidemiología no se veía como una especialidad importante. Aquí se debería haber invertido mucho más en ello y, sobre todo, prever qué se necesitaría cuando la epidemia ya era evidente, pero continuábamos pensando que no llegaría a Europa. Hemos ido un poco lentos con esto. Yo creo que esta crisis pondrá de manifiesto esto: la necesidad de invertir en salud pública. Primero lo teníamos lejos, en China, pero en un mundo global la distancia es difícil de medir. Cuando lo teníamos aquí al lado, en Italia, era evidente que nos llegaría de la misma manera, pero aquí parece que se pensaba que nos salvaríamos, pensábamos que nuestro sistema asistencial era más fuerte y contendría la pandemia, pero no ha sido así. Sin embargo, no había ninguna razón para pensar que no nos llegaría de la misma manera. Aquí resbalamos un poco. En Portugal, por ejemplo, se han adelantado mucho más que nosotros y ha podido frenarlo antes. Nuestro sistema sanitario es muy bueno en el ámbito asistencial, pero se invierte muy poco en prevención, salud pública y epidemiología, que en este caso son las herramientas que nos hubieran ayudado a contener mejor la pandemia.




por 
Èlia Pons
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viernes, 12 de junio de 2020

ACOSO ESCOLAR: CÓMO DETECTAR SI UN NIÑO SUFRE ‘CYBERBULLYING’ EN EL CONFINAMIENTO


En el Día Mundial contra el ‘bullying’, es fundamental que padres y profesores sepan cómo reaccionar ante él, aprovechando que muchos alumnos no volverán a clase hasta septiembre

Las crisis sanitaria, económica y social, y todas sus derivadas, en las que estamos inmersos nos tienen tan absortos, que, a veces, no nos detenemos a pensar en algunas realidades que se están colando en nuestras casas. Y nosotros, sin enterarnos. En este Día Internacional del Bullying, cabe señalar que el confinamiento puede hacernos creer que es un alivio para aquellos niños que sufren o han sufrido el peso del acoso escolar. Al estar cerrados los centros educativos, parece que esta lacra se esfuma, no hay enemigo con quien encontrarse, no hay que levantarse con el sufrimiento que implica saber que hay que acudir diariamente a la escuela, ese nido donde para quien lo padece crece el miedo. Los pensamos más liberados aún, con la medida anunciada por el Gobierno sobre cómo muchos alumnos no retornarán a las clases antes de septiembre. Ese tiempo que ganamos. Pero, efectivamente, el alivio es solo inicial.
Del acoso escolar al ciberbullying


Desde hace tiempo –concretamente desde que Internet irrumpió en nuestras vidas- el acoso escolar ha traspasado las fronteras del aula para colarse también en la Red y alcanzar a sus víctimas allá donde estén. Los niños que acosan a otros encontraron una nueva vía de hostigamiento para maltratar a través de las nuevas tecnologías. Es lo que conocemos como ciberbullying. Si consideramos que, desde que empezó el confinamiento, el uso de Internet había subido en un 72% a principios de abril, y que las vías de comunicación de los menores es justamente esa, podemos deducir que el acoso escolar no ha acabado. Y puede estar convirtiéndose en una tortura para muchos.

Lo cierto es que las nuevas tecnologías están permitiendo esa educación en remoto y que los niños, de mejor o peor manera, puedan superar el trimestre a través de TICS, clases virtuales, plataformas, WhatsApp -todos también canales de ciberbullying. “Hablamos todo el rato de las bondades de la tecnología como método pedagógico, pero nos olvidamos que a nadie le llaman ya la atención todas las horas que pasan los niños frente a las pantallas, una preocupación que antes del confinamiento era una constante. Pero también hay que pensar que el pasar más horas conectados a internet no solo ofrece más opciones al acosador, sino que la víctima puede estar más horas mirando lo que se ha escrito o difundido sobre él o ella”, dice Miguel del Nogal, psicólogo de la Asociación Española de Prevención del Acoso Escolar (AEPAE).

Ciberbullying durante la cuarentena
El acoso escolar y el ciberbullying no son realidades aisladas. De hecho, son un continuo que empieza en clase y acaba cuando el niño desconecta sus redes sociales. O más tarde porque el tormento a veces puede impedirles el sueño. “El ciberbullying es un canal más y la diferencia entre uno y otro es que las TICS y redes son medios masivos, que llegan en un solo click, a distancia, siendo más fácil para el acosador porque no hay una relación cara a cara. Además, puede actuar las 24 horas los siete días de la semana, de manera gratuita, sin filtros, sin administrador. Es un campo libre”, explica del Nogal. El ciberbullying se comporta igual antes y después del confinamiento, pero con matices. “Preocupan dos fenómenos: que aquellos niños que no sufrían acoso escolar, lo sufran ahora, y que el hostigamiento contra aquellos que ya eran víctimas de acoso escolar antes, se haya multiplicado ahora”.

Los perfiles de la víctima y el acosador
“El perfil de la víctima es amplio, porque puede ser cualquier niño o adolescente, que sea percibido como diferente, con rasgos tanto positivos como negativos”, explica Diana Díaz, directora de las líneas de ayuda de ANAR, Fundación de Ayuda de Niños y Adolescentes en Riesgo. “El acosador puede haber sido víctima de bullying, pero también estar expuesto a un entorno de violencia”. Pero, la característica principal es su falta de empatía y que entiende al otro como un instrumento. Y hay que añadir a un tercer grupo de actores: los observadores. “El acoso existe porque hay observadores que lo aplauden, y en este tiempo de confinamiento el público está presente desde la mañana hasta por la noche, y en tiempo real, en todas las redes”, explica el psicólogo.

Los niños acosadores conocen a sus víctimas. “Eligen a sus iguales y existe una intencionalidad. Van a esa persona, porque saben que pueden agredirla”, dice del Nogal. Para que haya ciberbullying, ambas partes “tienen que ser compañeros o alumnos del mismo centro escolar. Pertenecen a los mismos chats y foros digitales, y consiste en que uno va minimizando la importancia del otro, lo va rechazando, se burla, inventa motes y hasta amenazas. En muchos casos, la víctima acaba expulsada del grupo, lo que es una forma de aislarla y agredirla. El aislamiento presencial es muy visible, pero el telemático también está existiendo”, añade la experta de ANAR.

Esta ONG han reforzado durante la cuarentena su servicio de ayuda a través de su chat. “Hemos observado que la curva de la violencia contra los niños crece día a día durante el confinamiento”, comenta Díaz. Y, sin duda, una forma de violencia es el acoso escolar, cuyas consultas a través del chat, afortunadamente, “han bajado; hay una ligera tregua. No obstante, un 3,3% de las consultas siguen haciendo referencia al ciberbullying”. Quizá no parezca un porcentaje muy alto, pero con un solo niño que esté sometido a un tipo acoso, sea este presencial o telemático, ya es demasiado. “Por eso, no hay que bajar la guardia. Las tecnologías están siendo el escenario alternativo del acoso escolar, con todas sus posibles consecuencias: miedo permanente, ansiedad, baja autoestima, indefensión, depresión…”.
Cómo detectar las señales

Cambios bruscos en el comportamiento y en el ánimo. Pueden estar mucho más melancólicos, retraídos, sobre todo, si nunca han sido así. O al contrario, se encuentran más nerviosos de lo normal.
Cuando se quedan alterados o tristes tras su conexión a Internet. Los padres debemos estar muy atentos a sus vías de comunicación. “Hay casos en que los padres han podido descubrir que su hijo sufría acoso, al investigar sus vías de comunicación”, cuenta Diana Díaz.

Estar muy atentos a sus redes y chats. Hay padres que han descubierto que su hijo sufría acoso escolar, al investigar sus vías de comunicación digitales, durante el confinamiento, cuando vieron a su hijo comportarse de manera inusual después de cerrar el ordenador.

Más aislados aún. Si van más a su habitación a encerrarse, no quieren contactar con sus amigos, no socializan…

Síntomas psicosomáticos. No están enfermos, pero se quejan de molestias, malestar y siempre les duele algo. O si adelgazan mucho, si tienen problema con la comida o el sueño; estos son indicadores.
Cómo reaccionar frente al ciberbullying

Abrir canales de comunicación. No es fácil que los niños que sufren de acoso lo comenten, ni siquiera a sus padres. En la medida que lo hagan, habrá luz para resolverlo, pero mientras tanto es importante fomentar la comunicación familiar. “Les da vergüenza y sienten culpa. De hecho, se ha observado que tardan entre dos a tres años, de media, en contárselo a los mayores”, sostiene del Nogal. “Existe una idea preconcebida de que lo van a resolver solos y hay una sensación de fracaso”, agrega Díaz.

Darle apoyo incondicional. Es fundamental que la víctima de un ciberbullying, sepa que sus padres siempre van a estar ahí, no importa lo que pase.

Identificar los cambios serenamente. Si se recoge con demasiada ansiedad, el niño se estresa y se retrae más por miedo a las represalias.

No hacer juicio. Dejarle claro que a cualquiera le puede pasar, que no es su culpa. Tampoco pedirle explicaciones de no haberlo dicho antes.

Involucrar a toda la comunidad educativa. Las medidas a partir de que el niño lo cuenta deben ser tomadas y aplicadas en conjunto por los padres, el centro educativo y el niño. Esto es importante para que el niño sienta que está participando de las soluciones.

Enseñar un uso responsable de las redes y TICS. Nadie está a salvo de un ciberbullying, pero evidentemente las posibilidades se reducen si educamos a nuestros hijos en el uso de las TICS, sin exponerse demasiado, manteniendo medidas de seguridad digital, etc.

LA CARA AMABLE DEL CONFINAMIENTO
Pero podemos darle la vuelta a la cuarentena y fijarnos en algunos aspectos que juegan a favor. Primero, que nuestra casa es un entorno seguro. Diana Díaz opina, además, que “es una oportunidad excelente para comunicarnos más tranquilamente. Tenemos más espacios en común, lo que puede generar buenos momentos para valorar la confianza con nosotros”.

Y añade que “ahora, en confinamiento, es cuando hay que prepararlos para que a la vuelta a clases. Los niños deben contar con las habilidades necesarias y suficientes para enfrentar emocionalmente a quien le haga daño. Ese es el fin que persigue también el campamento de verano que organiza AEPAE. Ahora es buen momento porque si las vacaciones suelen ser un parón del acoso escolar y la víctima se puede sentir algo más aliviada, ahora el centro educativo está activo y también puede intervenir.




Fuente: https://elpais.com/elpais/2020/05/01/mamas_papas/1588312439_219353.html

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