miércoles, 27 de mayo de 2020

Consejos para afrontar la desescalada en función de la edad de los hijos


¿Tienes dudas sobre cómo abordar la vuelta a la normalidad con tus hijos? ¿Cómo puedes ayudarles a canalizar los sentimientos que les despierta? Las psicólogas de The English Montessori School, Ana Ciruelos y Natalia Guijarro, proponen hacerlo de manera diferente según su edad. Estas son sus recomendaciones.


Poco a poco nos adentramos en el camino hacia la ‘nueva normalidad’; un proceso que sabemos será largo y costoso y que, para los que estamos con nuestros hijos en casa, hace que nos asalten constantemente un millón de dudas: ¿Cómo podemos explicarles la nueva realidad para que sean capaces de darle sentido a la desescalada? ¿Cómo podemos ayudarles a canalizar todos sus sentimientos negativos? ¿Y ayudarles a exprimir los positivos? Del mismo modo, ¿cómo podemos hacer que sigan sus rutinas y se interesen por los nuevos métodos de aprendizaje?

Sus sentimientos son importantes
La respuesta a todos estos interrogantes depende, por supuesto, de muchos factores. Como medida general y en cualquier caso, en primer lugar, es necesario reconocer y validar sus sentimientos, cualesquiera que sean. Tienen derecho a estar enfadados, tristes, cansados… Es una situación en la que se ha limitado su vida social y se han introducido muchos cambios en muy poco tiempo. Incluso nosotros como adultos nos hemos visto afectados y nos está costando gestionar en ocasiones dichos sentimientos.

Sabemos que debemos acompañarles en este proceso y explicarles, paso a paso, qué cambios se producen en cada momento y qué esperamos de ellos. Sin embargo, la edad en la que se encuentran nuestros hijos es clave para tratar de un modo u otro la situación. Es decir, la forma en el que afrontemos la comunicación y les ayudemos a gestionar sus emociones, incorporar paulatinamente las nuevas rutinas, supervisar y apoyar su proceso de aprendizaje en cada periodo de tiempo, variará en función de su edad.

Los consejos para la desescalada
Por ello, hemos elaborado una serie de tips y consejos para los diferentes grupos.

De 0 a 3 años
En esta edad no son plenamente conscientes del significado de esta nueva situación, pero sí se dan cuenta del cambio de rutinas que se produce a su alrededor. Aunque no han adquirido la madurez suficiente para comprender las implicaciones sociales o biológicas de la enfermedad y no comprendan el concepto de virus, sí que se dan cuenta de que no van a la guardería, no pueden ver a sus amigos, o salir a la calle con la misma normalidad que antes. Esto puede hacer que aumenten sus rabietas o busquen constantemente su figura de apego.
Además, en esta etapa muchos de ellos no han conseguido desarrollar un lenguaje suficientemente amplio para comunicarse con claridad, por lo que resulta en ocasiones muy difícil saber qué le pasa a nuestro hijo. Para ayudarles a reconocer las emociones más básicas, expresarlas y gestionarlas, podemos tener en cuenta los siguientes consejos:
·         Ayudarnos de cuentos y dibujos para explicarles la situación. Dibujar las emociones y asociarlas a distintos colores y situaciones también puede facilitar que nos enseñen cómo se sienten en un determinado momento.
·         Es necesario planificar de antemano las salidas y explicarles que si se encuentran a un amigo, no podrán acercarse a él para jugar, ofreciéndole una serie de alternativas como saludarnos con la mano y hablar un ratito, hacer una videollamada cuando lleguemos a casa, o hacerle un dibujo.
·         Para prevenir conductas agresivas, es importante que el establecimiento de límites se trabaje desde muy pequeños, puesto que les proporciona seguridad. Para ello, debemos apoyarnos en el afecto, pues los límites son parte del cariño. Es fundamental en este caso anticiparnos a estos comportamientos. Por ejemplo, si aparecen cuando tiene hambre o sueño, nos encargaremos de adelantarnos a cubrir estas necesidades.
En definitiva, los aprendizajes en esta etapa deben ser lúdicos, a través de juegos y cuentos podemos aprender los colores, las formas, pero también aprovechar actividades de la vida diaria para desarrollar estos aprendizajes y otros más, como la motricidad, la memoria o la atención. Cocinar, plantar una semilla o elaborar la lista de la compra, son actividades que nos pueden servir para ello.
En la actualidad contamos con numerosos recursos y propuestas para trabajar con los niños online, lo importante es tener claro qué queremos hacer y programarnos para no sobreexponerles a las pantallas ni volvernos locos con la gran cantidad de oferta.

De 3 a 6 años
A esta edad ya son capaces de comprender ciertos aspectos del virus, pero no todos. Hay un mayor reconocimiento emocional, pues muchas veces saben que están tristes o enfadados, sin embargo, no saben cómo controlar dichas emociones. Si no se gestionan bien, podemos encontrarnos con regresiones en algunas conductas como el control de esfínteres, rabietas o miedos que ya habían sido superados. Por lo que es importante:
·         No exponerles a información o noticias que no sean capaces de comprender, ya que les generará miedos e inseguridad. Tampoco mentirles, ni ocultar información. Debemos adecuar las explicaciones a su nivel de madurez.
·         Enseñarles a reconocer sus propias señales corporales en relación a las distintas emociones: cuando me estoy enfadando siento presión en la cabeza, no puedo parar quieto, y tengo ganas de gritar y de apretar algo muy fuerte.
·         Ayudarles a identificar qué situaciones les hacen sentir así, para que cuando vuelvan a ocurrir puedan responder de una manera diferente, pensando en una alternativa más positiva. Así podemos trabajar con él qué puede hacer cuando empieza a sentir esas señales para evitar esas conductas.
·         Destacar aquellos momentos que nos hacen sentir bien: el abrazo de papá, escuchar música, leer un cuento, jugar al fútbol con mamá… Se trata de centrar la atención en aquellos aspectos positivos, y retirar el foco de los negativos.
·         Si observamos que empiezan a presentar algunas conductas agresivas, es importante ayudarles a descargar la emoción que presentan en ese momento, desviar su atención de la situación que ha desencadenado el problema para después hablar sobre qué ha ocurrido y cómo se han sentido. 
En esta etapa, que coincide por lo general con el inicio de la lectoescritura, aún se hace necesario el acompañamiento de los padres en las tareas escolares. Por norma general, el acceso a los métodos de aprendizaje online, suelen ser muy motivadores y atractivos para los alumnos, pero hay que acompañarlos, tratar de que participen y escuchen a sus compañeros.

De 6 a 12 años
Los menores de esta edad son más autónomos, y también necesitan profundizar en las explicaciones. Surge el sentido de lo injusto y ciertas conductas oposicionistas, por lo que es preciso trabajar con ellos las rutinas diarias, dando tiempo al entretenimiento, a las tareas escolares y a los momentos en familia. Es importante:
·         Conocer qué información saben y, a partir de ahí, explicarles y darles la información que ellos requieran. Actualizar la información que vamos teniendo y compartirla con ellos.
·         Responder a sus dudas e inquietudes con sinceridad y con optimismo.
·         Establecer un sistema claro de límites y normas, en el que ellos participen. Anticipar las consecuencias a cada una de esas normas.
·         Hacerles partícipes de algunas decisiones familiares. Planificar con ellos las salidas y las nuevas rutinas que vamos incorporando en nuestro día a día, para que sientan que se les tiene en cuenta.
·         Hablar sobre el futuro más inmediato, sobre sus expectativas a corto y medio plazo y los cambios que podemos esperar. Debemos trabajar con ellos la anticipación de distintos escenarios. ¿Qué puede pasar si…?
·         Hablar con ellos de sus miedos y sus preocupaciones, escucharles y reconocer la importancia que para ellos tiene.
·         Trabajar actividades de relajación, respiración… En esta etapa ya podemos trabajar técnicas de relajación guiada y los diferentes tipos de respiración.
·         Crear un ‘Rincón de la Calma’ al cual pueden acudir cuando se sientan nerviosos, tristes o enfadados. Podemos utilizar materiales que previamente habremos elaborado con ellos, por ejemplo, botella de la calma (donde podemos meter dibujos, notas…), mandalas, cuentos relajantes o materiales sensoriales. 
·         Analizar con ellos qué aspectos positivos hemos sacado de esta situación. Qué cosas creen que han cambiado a mejor, y qué aspectos necesitamos seguir trabajando.

Para poder hacer frente a las emociones negativas y reforzar aquellas positivas, debemos crear nuevas oportunidades: nuevos hobbies, proyectos a largo plazo… Es necesario hablar con ellos, y clarificarles qué conductas son las esperadas, y cuáles no van a ser toleradas. Debemos mantener diálogos frecuentes con ellos y preguntarles cómo suelen reaccionar ante situaciones conflictivas que se les presentan en el día a día, y enseñarles otras opciones que pueden utilizar que sean más adaptadas.

Si hemos identificado aquellas situaciones por las que suele desarrollar los comportamientos agresivos, se puede emplear una tabla de progresos estableciendo dos o tres objetivos a trabajar, y acordando con el niño las recompensas ante el cumplimiento de los mismos. Siempre intentando que sean de tipo social, evitando las materiales. Es decir,  jugar a un juego, ver una película en familia, o elegir un postre pueden ser alternativas de recompensa.
En último lugar, aunque siguen necesitando nuestro apoyo para organizarse y resolver algunas dudas, empiezan a ser más autónomos. Los padres podemos orientarles en la búsqueda de información y ayudarles en las dudas que se vayan generando. Es importante supervisar la realización de tareas y comprobar que hayan entendido las instrucciones y explicaciones dadas, dando pie a que empiecen a ser ellos los protagonistas de su aprendizaje.

De 12 a 18 años
En esta etapa, por norma general, les cuesta asumir las normas impuestas y suelen cuestionar las decisiones. Pero también es una etapa en la que se pueden mantener conversaciones más adultas y compartir información de una manera enriquecedora para ambos.
La necesidad del grupo social, la limitación de todos aquellos “privilegios” que habían ganado con la edad, pueden llevarlos a un “permanente estado de enfado”. En esta etapa se hace esencial la escucha activa, sin juzgar. Es importante que se sientan escuchados y valorados, que participen en las decisiones familiares. Debemos aceptarles tal y como son y ayudarles en la toma de decisiones, intentar aconsejarles pero no abusar de la imposición. Hay que mostrarles afecto, pero al mismo tiempo fijarles normas y límites claros. Hacerles sentir que son importantes para nosotros y que puede contar con nuestra ayuda.
Durante estas edades hay que hablar con ellos sobre sus sentimientos, interesarse en su día a día, vigilar los cambios de humor o comportamiento y no menospreciar sus problemas ya que para ellos son importantes.
Para los padres, puede ser un desafío lograr que sus hijos cumplan el distanciamiento social. Por ello, es necesario transmitirles la idea de que no se trata tanto de ellos, como de que cualquier persona puede contagiarse y ser portadora, contagiando a otras personas que sí pueden sufrir efectos muy negativos en su salud. Resulta conveniente:
·         Compartir información sobre la nueva situación, probablemente ellos sepan incluso más que nosotros.
·         Respetar ciertos momentos en los que deseen estar solos, darles su espacio y su tiempo, con cuidado de que no se asilen.
·         Establecer conversaciones periódicas con nuestros hijos, interesándonos por cómo se sienten, preguntando directamente sus preocupaciones y sus necesidades actuales.
·         Invitar a nuevos espacios de reunión familiar, sin obligarles. Crear un momento para hablar, jugar, o simplemente estar todos en familia.
·         En esta etapa los amigos son muy importantes, los vínculos que establecen con sus compañeros es uno de los aspectos fundamentales de su desarrollo personal y social. Ahora que ese contacto se ha reducido, debemos ser algo más flexibles en cuanto al uso de móviles y nuevas tecnologías, pero estableciendo siempre unos horarios y unas normas de uso.
·         Interesarnos por sus gustos, sus hobbies, es un buen momento para conocer sus gustos y participar en ellos.

A la hora de prevenir conductas de riesgo en adolescentes, la familia es clave. Es fundamental una comunicación continua y frecuente con ellos, practicando la escucha activa, no abusando de los imperativos y órdenes, y negociando con ellos. Usar el ‘estar’ en lugar del ‘ser’, por ejemplo cambiar el mensaje ‘eres un desordenado’ por ‘la habitación está desordenada’; no debemos etiquetar ni comparar.

Al estar más tiempo en casa y ser las redes sociales su principal vía de comunicación con los amigos, es importante estar atentos al tiempo diario que dedican a jugar a videojuegos, o al uso del móvil, ya que pueden engancharse más fácilmente que en otros momentos. Limitar el tiempo de uso de los aparatos electrónicos y un control parental en el los dispositivos son cuestiones fundamentales que los padres deben tener en cuenta. No se trata de imponer, si no de pactar y acordar con ellos un uso razonable, tampoco de entrar en su intimidad, puesto que poco a poco se van haciendo adultos y hay que respetar su espacio y depositar la confianza suficiente para que sean personas autónomas.

Por último, a esta edad son suficientemente autónomos para seguir las rutinas escolares establecidas. Sin embargo, podemos ayudarles a organizar su agenda semanal, y a resolver sus dudas. Solo si ellos nos lo piden, ayudarles a repasar y a estudiar. Es un momento importante en el que pueden desarrollar la capacidad de gestionarse en relación a los estudios. La labor de los padres aquí, es de supervisión y acompañamiento y solo en aquellos casos en los que nuestro hijo demuestre que no es capaz de organizarse y está faltando a la entrega de tareas, es necesario intervenir y supervisar sus trabajos.




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sábado, 23 de mayo de 2020

Flexibilidad, cooperación y organización para estudiar en casa


Además de potenciar la comunicación entre familias y docentes, hacer partícipes a los estudiantes de las tareas de sus padres o flexibilizar la jornada son algunas de las medidas que propone Isaac Guerrero, maestro de Primaria especializado en Inglés, para garantizar un ambiente de estudio adecuado en los hogares.


Ante la situación de emergencia que está viviendo España se ha acentuado la necesidad de colaboración en todos los sectores y ámbitos de la sociedad. Uno de ellos, sin duda, es la educación. Debido a la COVID-19, los alumnos y alumnas se han visto forzados a seguir su educación desde casa y algunos padres y madres a teletrabajar y compaginar sus deberes con los de sus hijos e hijas.

Necesidad de comunicación
Eso ha conllevado que la comunicación entre docentes y familias se haya convertido en una pieza fundamental para la formación de niños y niñas.

Esta situación genera una convivencia escolar, en un ámbito que nunca antes habíamos vivido (la casa, sin maestros, sin horas programadas, sin recreo y… con los padres), lo que obliga a adaptarse, creando nuevas rutinas y estrategias organizativas y formativas, muy diferentes a las que estábamos acostumbrados.

Nadie podía imaginar este escenario y, pasadas algunas semanas y teniendo en cuenta que esta situación se puede alargar, no queda otra que intentar crear un ambiente educacional en casa que permita mantener los contenidos, habilitar nuevos hábitos y rutinas y que ayude a ‘no perder el curso’ y, sobre todo, que sea beneficioso tanto para los más pequeños como para los padres.

Jornada flexible
Dada la situación hay que tener flexibilidad. Es importante establecer una rutina que se cumpla de lunes a viernes, pero deberíamos intentar que no fuese tan rígida como en la escuela. Además, recomendamos que se organice mediante un consenso entre padres e hijos. Recordemos que las decisiones en las que tomamos parte son más propicias a cumplirse.

Para la creación de esta rutina proponemos invertir entre 15 o 20 minutos cada mañana para programar o decidir las tareas a realizar y así organizar el día.

Fomenta que tus hijos e hijas sean tus jefes
Es importante que durante el cuarto de hora que dedicamos al inicio de la mañana a establecer las tareas y objetivos del día, no solo sean los hijos e hijas los que comparten, sino también los padres.

Ellos deben conocer el trabajo que deben acometer durante el día, lo que permitirá visualizar su jornada, actividad y programación. Eso les hará más conscientes de lo importante que son la rutina, la concentración y encontrar un espacio idóneo y permanente.

Así pues, la consecución de las metas consensuadas cada mañana serán o deberán ser acicate para el tiempo libre. No puede existir sin el compromiso de los objetivos cumplidos cada día (un capítulo de lectura de un libro, los ejercicios de un tema, etc.). Y podría servir, para estrechar relaciones, juegos compartidos, además de su tiempo para que ellos decidan en que ocuparlo.

Además, son necesarios unos minutos para la ‘evaluación’. Será el momento para repasar si se han cumplido todos los objetivos y motivar a conseguirlos, felicitar los alcanzados y revisar si las ‘reglas de ese juego’ se han cumplido.

Establecer normas
Son esenciales para la convivencia intensiva que se está viviendo estos días. Al igual que con los estudios, las normas se deben acordar entre toda la familia para ciertos momentos del día: cuando se está trabajando/estudiando, cuando se juega y cuando es tiempo de relax y descanso.

Por otro lado, no debemos olvidar, sobre todo si hay niños y niñas pequeños en la casa, que no han salido a jugar y corretear al aire libre en muchos días. Eso hace que tengan sus baterías cargadas, estén llenos de energía y no se estén quietos. Aquí es importante la paciencia de los padres y la organización de actividades más explosivas como una guerra de almohadones, por ejemplo.

Organizar el espacio
Cuando trabajamos desde casa es complicado establecer barreras entre lo profesional y lo personal. Por ejemplo, es difícil ver la habitación o el salón como un espacio de trabajo, porque no estamos acostumbrados a ello.

Para ayudarnos a cambiar la mentalidad entre el trabajo y la vida personal podemos:
En el caso de tener una habitación libre, podríamos utilizarla a modo de despacho en la que solo estamos allí cuando trabajamos. Lo mismo para los niños y niñas, quienes podrían estar en el mismo espacio sabiendo las normas y el objetivo de estar ahí.

En el caso de no contar con ella, es importante organizar o distinguir el espacio de alguna forma diferente: ahora es lugar de ‘trabajo’, ahora es un espacio de ‘recreo’. Por ejemplo, si estamos en el salón podemos mover la mesa a cualquier otro punto de la habitación cuando estemos trabajando y volverla a poner en el sitio correspondiente cuando acabemos.

Otros consejos
Cada casa y cada familia es un caso diferente y estas consideraciones son unas bases generales desde las que partir en estos tiempos de ‘recogimiento’. Por ello, se pueden adaptar, mejorar y, sobre todo, darles un toque de ingenio, con el propósito de hacer de unos momentos desasosegantes un tiempo para la convivencia, las normas, la cotidianidad y la diversión.

Para fomentar el trabajo autónomo de los niños y niñas (dependiendo de la edad) podemos establecer estrategias para que intenten resolver sus propios problemas. Por ejemplo, podemos enseñarles en media hora cómo buscar en internet información que necesiten, no consultando tan solo una página web sino leyendo varias y creando una respuesta propia.

Del mismo modo, también es posible establecer un tiempo de preguntas en la que nuestros hijos podrán interrumpir nuestro trabajo para preguntarnos dudas. Aquí es importante enseñarles a apuntarse lo que no saben y pasar a otra tarea que sí que puedan continuar haciendo.

También es adecuado aprovechar el conocimiento de los hermanos mayores y crear en casa un aprendizaje multinivel, tal como se suele hacer en la escuela rural. Esto consiste en que alumnos y alumnas de diversas edades están en la misma aula y unos se ayudan y complementan a los otros.
Esperemos que esta situación ayude a ver la importancia de establecer una buena comunicación entre familias y escuela para el desarrollo integral de los niños y niñas que, en definitiva, es el desarrollo integral de todo un país.



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jueves, 21 de mayo de 2020

Teletrabajo y educación en casa: una oportunidad para unir a padres e hijos


La convivencia 24 horas al día que impone la situación actual hace que adultos y niños deban coordinar el teletrabajo con el entretenimiento y aprendizaje desde casa. Recogemos algunos consejos para aprovechar la experiencia.

“Es el momento para que padres e hijos aprovechen al máximo el tiempo juntos y aprendan los unos de los otros. Solo tenemos que saber cómo sacar partido a nuestros recursos y conseguir un ambiente cómodo para todos”, afirma Abel Domínguez, psicólogo sanitario y director de Domínguez Psicólogos, que ha elaborado un decálogo para Mattel con el que busca orientar a las familias para que se adapten a la nueva rutina. Gracias a él, busca además que puedan coordinar fácilmente el teletrabajo y educación en casa con el entretenimiento y aprendizaje de los niños.


El decálogo
Para, él, “lejos de ser un problema, el contexto actual es una oportunidad para conseguir una experiencia inigualable entre padres e hijos”. Así, propone:
1.   Mantener la calma y transmitirla. Los adultos son el espejo que refleja a los niños. Si la convivencia se enfoca desde la tranquilidad, ellos también lo vivirán y transmitirán así.
2.   Asumir la convivencia cuanto antes y ser proactivos. Así estas circunstancias empezarán a jugar a favor de los padres, viéndolas como una oportunidad y tomando el control.
3.   Aprovechar para estrechar lazos y conocerse mejor. Si la situación tiene un enfoque positivo se vivirá mejor y será una experiencia enriquecedora para todos.
4.   Fomentar la creatividad, no solo en los niños y adolescentes, sino también en los adultos, a través de actividades. Hay tiempo para pasar con los demás y debe aprovecharse.
5.   Compartir tareas y responsabilidades de la casa. Ajustando cada tarea a cada edad y habilidad a través de un calendario. Así, todos se sienten partícipes.
6.   Limitar las actividades de entretenimiento pasivo (TV, Internet, videojuegos) y, en medida de lo posible, disfrutarlas juntos en los momentos de tiempo libre compartido.
7.   Recuperar formas clásicas de diversión. Los juegos de mesa son una forma de fomentar las relaciones entre los miembros de la familia, además de tener entretenidos a los niños.
8.   Fomentar el diálogo entre los miembros de la familia. Resulta clave escuchar y entender cómo puede mejorar esta convivencia. Es cuestión de aprender y poco a poco moldear y cambiar hasta conseguir el ambiente perfecto.
9.   Hacer sentir especiales a los que nos rodean. Son las personas más importantes de nuestras vidas y es el momento de hacérselo saber a través de pequeños detalles.
10.  Disfrutar de este tiempo en familia porque es un auténtico regalo. Merece la pena dedicarles estas horas que, de normal, es complicado conseguir porque no están juntos en casa. Ahora este tiempo existe y las familias deben disfrutarlo.



EDUCACIÓN 3.0
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lunes, 18 de mayo de 2020

“No hay que blindar a los hijos frente a los problemas sino darles recursos»


En un momento como el actual, las familias y los educadores no pueden sobreproteger a los más pequeños. Tienen que conocer qué ocurre y también qué les depara el futuro. En ese punto, la gestión de las emociones, en concreto la frustración, es fundamental. Una cuestión que la psicóloga Begoña Ibarrola tiene muy presente en su nuevo libro: ‘¡Estoy muy enfadado! Cuentos para gestionar frustraciones’.
Comenta la psicóloga y escritora Begoña Ibarrola que las emociones son un ingrediente de nuestra vida diaria, que dan color a nuestras experiencias y que son el pegamento de nuestros recuerdos. Es por ello que estas reacciones psicofisiológicas del ser humano no hay que dejarlas de lado en un momento como el que estamos viviendo. Los niños deben aprender a gestionar los sentimientos que les produce esta crisis sanitaria y aprender a convivir con ellos. 

En su último libro, ‘¡Estoy muy enfadado! Cuentos para gestionar frustraciones’, Ibarrola recopila una serie de relatos en los que los protagonistas sienten frustración, miedo o rabia. Una buena forma para que los más pequeños se sientan identificados y aprendan cómo afrontar las distintas situaciones de la vida de la mejor manera posible. 

Pregunta: Inmersos en la crisis sanitaria actual, ¿cómo pueden las familias gestionar las emociones que les genera esta situación?
Respuesta: Es en estos momentos donde se valoran más determinadas habilidades emocionales que no se improvisan, sino que han debido ser desarrolladas antes. Como la educación emocional es un factor de prevención primaria inespecífica, en la situación actual sirve como escudo al miedo, al estrés, a la depresión o a la ansiedad, sin negar las emociones, pero sabiendo cómo enfrentarse y salir de ellas. Las principales lecciones emocionales se dan a través del ejemplo: conciencia de las emociones, autocontrol, optimismo, resiliencia, empatía, solidaridad… se pueden aprender, ahora en familia, y después en la escuela.
Estoy completamente segura de que los niños que han recibido educación emocional y los adultos que se han ocupado de desarrollar su inteligencia emocional se consideran ahora unos privilegiados porque tienen herramientas para hacer frente a las dificultades y los retos actuales. Si no lo han hecho antes, este es un buen momento para desarrollar el autocontrol, aprender a entrar en calma, poner límites y normas que favorezcan una convivencia pacífica durante tanto tiempo y en el mismo espacio, y procurar estrategias para resolver los conflictos que vayan surgiendo.
No podemos blindar a los hijos frente a las dificultades, es preciso darles herramientas como la confianza en sus propios recursos internos, la confianza en las personas que le rodean y que le quieren, y sobre todo, una visión optimista y realista de la situación.

P: En estos momentos, ¿la lectura puede convertirse en una buena vía de escape?
R: Es un recurso fabuloso en estos momentos tan difíciles porque permite al lector  ‘salir de casa’ o ‘viajar’ a través de la imaginación. De este modo, se convierte en uno de los recursos más terapéuticos y que está al alcance de todo el mundo. Además, dedicar un momento a la lectura todos los días puede convertirse en un medio para aislarse de la realidad de forma consciente, favoreciendo la introspección y el descubrimiento de uno mismo.


“Los niños que han recibido educación emocional tienen herramientas para hacer frente a las dificultades y a los retos actuales”

P: Los cuentos que aparecen en su nuevo libro están indicados para gestionar frustraciones, ¿de qué forma pueden los niños aprender a controlarlas a través de estos relatos?
R: Los cuentos enseñan sin ser lecciones, orientan sin dar consejos y permiten vivir las experiencias de los personajes en primera persona, por lo tanto, favorecen el conocimiento del mundo emocional personal a través de las vivencias de los personajes. Además, el lector hace un puente natural entre lo que viven ellos y lo que está viviendo él, permitiéndole sentir lo mismo, pero desde una distancia de seguridad.
Tras leerlos, los niños comprenden con más claridad diferentes emociones, aprenden que hay diferentes maneras de expresarlas, diferentes causas de frustración y las consecuencias negativas de reprimirla, pero también aprenden que hay recursos internos y externos que les pueden ayudar a gestionar esa frustración sin que peligre demasiado su bienestar emocional.
Una lectura atenta de cada uno de los cuentos, que son muy diferentes entre sí, ofrece pautas, tanto a los niños como a sus familias, para aprender a gestionar las frustraciones y a salir de la rabia o el enfado. Con este objetivo se han añadido varios ‘tips’ para educadores y familias al final de cada cuento.

P: ¿Hay alguna manera especial de leer estos cuentos a los niños?
Ninguna. Solo es necesario crear un estado de relax que potencie la escucha, un momento de calma, que permita al niño atender durante un tiempo si es que alguien se lo lee, o leer hasta el final el cuento si lo está leyendo él. Después de su lectura se puede comentar o no, no siempre es necesario. Muchas veces el cuento es como un caramelo que se deshace en la boca y solo transforma al lector cuando lo ha ‘degustado’, cuando se ha ‘disuelto’ en su mente. Hay cuentos que obran la magia del cambio solo después de un tiempo, no al momento de haberlo escuchado o leído, por eso no hay que forzarle a encontrar una moraleja, ya aparecerá en su mente en el momento oportuno.

“Aprender a manejar la frustración ayuda a los niños a enfrentarse de forma positiva a diferentes situaciones de la vida”

P: ¿Cuáles son los aspectos fundamentales que los niños aprenden tras leerlos?
R: Pueden aprender a conocer mejor sus emociones y a conocerse mejor a ellos mismos a través de los personajes; también van a ver, de forma a veces exagerada, que todo tiene consecuencias. El humor para mí es un recurso fabuloso pues al exagerar las situaciones y las respuestas de los personajes el niño puede verse reflejado, aunque no sea con la misma intensidad. Aprender a reírse de uno mismo, aceptar que no somos perfectos, que podemos cometer errores y a pesar de todo somos personas maravillosas, es un buen aprendizaje también.
Pero, sobre todo, el niño se da cuenta de que hay otros muchos niños que experimentan lo mismo que ellos y eso da mucha tranquilidad. Comprenden que, de toda situación se puede salir, incluso de una rabieta, de una frustración, pero los aprendizajes que conllevan son importantes como por ejemplo, comprender que todo en la vida no lo pueden elegir, no lo pueden controlar, y eso les va a servir de enseñanza para toda su vida. Aprender a vivir implica aceptar lo que no podemos cambiar y centrar nuestra energía en aquellos cambios que sí están en nuestra mano.

“Las emociones son un ingrediente de la vida diaria y el pegamento de nuestros recuerdos”

P: En uno de los cuentos se reflejan algunos de los problemas que surgen cuando hay un exceso de protección a los niños, ¿en qué puede derivar una sobreprotección en los menores por parte de los adultos o los docentes?
R: Por supuesto la misión de la familia y de cualquier educador es proteger al niño y no poner en riesgo su seguridad, pero también lo es ayudarle a que crezca y a que se desarrolle como una persona feliz. Para ello, no se debe confundir protección con sobreprotección. Cuando un niño no aprende a enfrentarse a las dificultades, porque los adultos que le rodean se las quitan del paso, puede surgir en él un sentimiento de incapacidad, y pueden aparecer miedos irracionales, ansiedad ante los cambios o una tensión casi continua provocada por la propia ansiedad y por los miedos de los adultos. 
Aprender a manejar la frustración y a convivir con este sentimiento molesto ayuda a los niños a enfrentarse de forma positiva a diferentes situaciones de la vida y a superar los obstáculos con buen ánimo. Ello mejora su autoestima y resiliencia, favoreciendo su bienestar emocional.

P: ¿Qué le sugieren estas tres palabras? Emociones, control y frustración
R: Emociones: reacciones que nos permiten dar respuestas flexibles, adaptadas a la situación. Es un ingrediente de la vida diaria, dan color a nuestras experiencias y son como el pegamento de nuestros recuerdos. Son polivalentes, todas ellas legítimas, cada una nos aporta una información valiosa, pero debemos aprender a expresarlas de forma adecuada.
Control: debemos diferenciar control de represión, que a veces se confunde. Si regulamos la expresión de las emociones no nos iremos a los dos extremos peligrosos: la explosión emocional, que hace daño a los demás, y la implosión emocional, fruto de la represión, que hace daño a uno mismo.
Frustración: no se puede evitar, está y estará presente a lo largo de la vida. El malestar emocional que produce es natural y debemos aceptarlo, pero no abonarlo ni hacerlo más grande con nuestra atención. La clave está en cómo salir de ella y cómo proyectar en nosotros emociones positivas, que nos ayuden a transmutar las negativas, sabiendo que ambas son necesarias y cumplen funciones diferentes.



Por: Laura Román
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jueves, 14 de mayo de 2020

EN UN SOLO SITIO, LAS MEJORES EXPERIENCIAS DE EDUCACIÓN EN CASA


En Comunidad Atenea, plataforma gratuita de la Fundación Varkey, más de 5.000 docentes de Latinoamérica comparten sus mejores prácticas, en medio de la cuarentena.
Debido a la cuarentena decretada en diversos países para evitar la propagación del nuevo coronavirus, más de 1.200 millones es estudiantes no están teniendo clases presenciales, razón por la cual la educación virtual se ha tornado en una necesidad para instituciones y profesores.


Motivada por esto, la Fundación Varkey, creadora del Global Teacher Prize (premio al mejor maestro del mundo), decidió lanzar para todos los docentes la Comunidad Atenea, la primera comunidad de aprendizaje colaborativo en línea para maestros en toda Latinoamérica.

La plataforma gratuita, que ya cuenta con más de 6.000 miembros y a la que se unen 100 maestros cada día, les permite compartir las mejores prácticas, celebrar su trabajo y discutir cómo mejorar la educación de sus estudiantes.

De acuerdo con Agustín Porres, director para Latinoamérica de Fundación Varkey, los maestros están encontrándose a través de la plataforma para debatir la mejor manera de mantener a los alumnos aprendiendo ahora que ya no pueden acceder al aula.

Cualquier docente puede acceder a través de cualquier dispositivo, en el siguiente enlace: https://www.comunidadatenea.org. En el sitio web podrán cargar actividades educativas para ayudar a sus colegas en su desarrollo profesional.

La plataforma también funciona como una red social, ya que permite a los docentes subir sus perfiles, publicar contenidos y comunicarse con sus colegas, pero está moderada para garantizar que todas las publicaciones se centren en la educación.

Asimismo, la plataforma también actúa como una sala virtual de maestros que los reúne más allá de las fronteras a través de videoconferencias.

“Es fundamental apoyar a los docentes mientras continúan trabajando e inspirando a sus estudiantes. Más aún en tiempos de gran incertidumbre”, concluyó Porres.






Fuente e imagen tomadas de: https://www.semana.com/educacion/articulo/las-mejores-experiencias-de-educacion-en-casa-en-la-pandemia-en-un-solo-sitio/669940


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