Llamamiento a docentes y sanitarios
lunes, 30 de noviembre de 2020
Asociación negativa entre el tiempo frente a las pantallas y el rendimiento académico
Llamamiento a docentes y sanitarios
viernes, 27 de noviembre de 2020
Estas son las claves para involucrar a las familias en el aula
Encontrar un horario adecuado para las familias, cooperar y entenderse con ellas, hacer que asuman distintos roles y ofrecerles un apoyo extra en Secundaria es fundamental para que las familias participen de la educación de sus hijos dentro del aula. Nos lo cuenta Francesc Vicent Nogales, docente en el colegio San Enrique de Quart de Poblet, en Valencia.
Durante los últimos
años hemos vivido una auténtica vorágine metodológica en las aulas: aprendizaje basado en proyectos, gamificación,
aprendizaje-servicio, o los proyectos cooperativos, entre otros. Tras mucho
tiempo aplicando estas estrategias metodológicas, hay una constante que siempre
nos ha dado garantías de éxito: la implicación de las familias en la realidad
del aula. Las familias llevan décadas reconocidas como miembros de la comunidad
educativa, pero también llevan años relegadas al apoyo en el hogar, con estudio
y deberes, y con una importante desconexión del aula.
Involucrar a las familias enseñándoles cómo aprenden sus hijos
Pero, ¿cómo pueden
apoyar la educación de sus hijos si aplicamos unos métodos que ellos mismos
desconocen? Es incoherente esperar que comprendan cómo reforzar contenidos con
el método ABN (Algoritmo
Basado en Números) si aprendieron con una metodología diferente cuando eran
estudiantes. Un ejemplo: un cirujano de hace 80 años se sentiría completamente
inútil en un quirófano actual, y a las familias les sucede algo similar si
entran ahora en un aula en la que se encuentran a los estudiantes trabajando en
cooperativo o desarrollando una sesión de ABP. La mayoría de las familias
desconocen las rutinas de pensamiento que hoy son habituales en nuestro día a
día, y nos miran con extrañeza cuando sus hijos les dicen: “Hemos estado
jugando en clase”.
Por ello, es
fundamental permitirles ser miembros activos dentro del aula haciendo que
comprendan el aprendizaje basado en juegos, la gamificación o las matemáticas
manipulativas, entre otras metodologías. A estos beneficios debemos añadir la
importante carga motivadora que supone para los estudiantes y, por supuesto, la
tarea y responsabilidad compartida con los padres y madres.
¿Cómo pueden las
familias apoyar la educación de sus hijos si aplicamos unos métodos que ellos
mismos desconocen?
En el momento en el
que abrimos las aulas y las familias entran, ven y observan su punto de vista
cambia completamente. Las familias comprenden que no jugamos, sino que es
aprendizaje basado en el juego o que ‘Lápices al centro’ o ‘Folio giratorio’
son herramientas muy potentes para gestionar el trabajo cooperativo dentro de
clase.
Claves para que las familias
participen en clase
Por otra parte,
muchos docentes siguen sintiéndose más cómodos sin la presencia de otros
adultos en la clase. En los centros es fácil encontrar mitos que giran en torno
a la participación de las familias como: “No pueden venir al aula”, “están
trabajando”, “no nos apoyan”, “no podemos permitir que nos cuestionen, nosotros
somos los expertos en educación” o “en Infantil las familias siempre están
disponibles, vente a Secundaria y verás la realidad”. Pero, la realidad es
totalmente distinta. Muchas familias pueden acudir al aula, pero hay que ir
probando distintas alternativas y claves, como las siguientes:
·
Encontrar un horario adecuado para las familias: Hace siete años, en mi centro
empezamos invitando a las familias a las nueve de la mañana, una hora ideal
porque los niños están más tranquilos, pero la asistencia no solía ser mayor de
cuatro o cinco personas por sesión. Otro año probamos a hacerlo de cuatro a
cinco de la tarde, y desde entonces la asistencia siempre supera las diez
personas por sesión.
·
Cooperación. Las familias son expertos respecto a sus hijos y nosotros a veces les
cuestionamos afirmando, por ejemplo, que no ponen límites, pese a que no
estamos presentes en sus casas. Familias y docentes estamos llamados a
entendernos y cooperar, sin prejuicios ni juicios, sin cuestionar. Si ellos nos
cuestionan no debemos entenderlo como una amenaza sino como oportunidad de
mejora. Si una familia no entiende una actividad, nos están ofreciendo una
oportunidad para explicarla de forma más clara, para darles a conocer lo que
vivimos en clase, para crecer juntos.
·
Asignar distintos roles. Invitando a las familias a la clase, les enseñamos cómo hacerlo. Les
invitamos a ser partícipes asumiendo en unos momentos el rol de observador de
la sesión, el de explicar o exponer desde su experiencia personal o un papel
dentro de un equipo cooperativo, por ejemplo.
·
Secundaria: una ayuda extra. En este nivel educativo, las familias necesitan
toda la ayuda para comprender a sus hijos, y ahí es aún más importante nuestra
labor. El problema puede ser que desde hace años han recibido un mensaje que no
respondía a sus necesidades. ¿Nos sentimos cómodos si siempre recibimos
mensajes negativos? ¿Acudiríamos a una reunión si me van a contar algo muy
similar a lo que escuché los últimos tres años? En Secundaria los padres siguen
necesitando ayuda, necesitan comprender cómo gestionar los cambios de sus
hijos, cómo acompañarles y a la vez dejar el espacio que reclaman, o cómo
generar corresponsabilidad, ahí el papel del profesorado es vital.
Implicar
educativamente a las familias es una necesidad y no siempre sabemos cómo
hacerlo. Para ello el libro ‘Escuela y familia: misión posible’
ofrece 27 proyectos educativos con actividades, pautas, programaciones y todo
lo necesario para lograr que las familias quieran venir a clase con sus hijos y
nosotros, como docentes, sepamos convertirlos en los agentes educativos que
son.
En definitiva, si
creamos un modelo de escuela en el que todos estamos implicados, y en el que
todos tenemos ‘voz y voto’, lograremos implantar ese modelo de educación de 360
grados, en el que la escuela y su entorno cooperan generando espacios abiertos
de aprendizaje.
Por
EDUCACIÓN 3.0
Fuente
https://www.educaciontrespuntocero.com/opinion/estas-son-las-claves-para-involucrar-a-las-familias-en-el-aula/
domingo, 22 de noviembre de 2020
Estimulación o sobreestimulación temprana: el efecto de las pantallas en la infancia
martes, 17 de noviembre de 2020
Los adolescentes con pantallas en el dormitorio estudian menos tiempo
sábado, 14 de noviembre de 2020
La salud emocional, el motivo más mencionado para volver a las aulas
El dato surge de una consulta a padres y madres que participaron la semana pasada del Encuentro Nacional de Familias por la Educación, que contó con 4000 inscriptos de las 24 jurisdicciones del país. Nueve de cada diez consideran que las familias están poco representadas en los medios.
La salud emocional
de los niños es el motivo más importante por el cual los padres desean una
vuelta presencial a la escuela. El segundo motivo es que los alumnos
puedan relacionarse con sus compañeros. De esta manera, los aspectos
socioemocionales aparecen como prioritarios en la preocupación de las familias
ante la suspensión de clases presenciales.
Los datos surgen de
una consulta que recoge las voces de las familias que participaron del
Encuentro Nacional de Familias por la Educación, realizado la semana pasada,
con casi 4000 inscriptos. Participaron padres y madres de las 24 jurisdicciones
del país, con hijos e hijas en todos los niveles escolares obligatorios, del
sector estatal y privado, y de diversas extracciones sociales. A continuación,
el análisis de los testimonios y resultados de la consulta, desarrollado por
Mariano Narodowski, profesor de la Universidad Di Tella y académico asociado de
Argentinos por la Educación.
El 78,3% de las
familias consultadas considera que lo mejor es volver a la escuela en los
municipios y provincias donde se pueda, en los años y grados donde la vuelta
sea prioritaria y algunos días por semana si no es posible volver los cinco
días. Las respuestas marcan un gran consenso entre los padres para que sean
tenidas en cuenta las particularidades sanitarias de cada localidad y
se generen soluciones acordes priorizando una vuelta a clases planificada y
segura.
Al responder qué
necesitan para acompañar a sus hijos, padres y madres señalan la necesidad
de más dispositivos (otro celular, una notebook, etc.) (48,5%), mejor
conexión a internet en casa (46,8%), y apoyo docente para padres (46,3%). Entre
los puntos más urgentes para poder cambiar la educación argentina, las familias
mencionaron la formación y la carrera de los docentes (38,8%), la conectividad
de los alumnos (32,1%) y los contenidos del currículum (32,7%).
El 92,6% de los
padres y madres que participaron del Encuentro consideran que las familias
están muy poco representadas en los medios y la agenda pública. En
consecuencia, exigen que se habiliten más instancias de participación donde
su voz sea escuchada para poder aportar a la mejora de la educación.
Según la consulta,
9 de cada 10 padres (94%) están dispuestos a formarse para poder aumentar su
participación ciudadana para mejorar la educación. Además, 7 de cada 10
familias (73,4%) consideran que la mejor manera de participar es colaborando
con los docentes y directivos en su escuelas, mientras que 6 de cada 10 (62,5%)
mencionan la participación en instancias institucionales a nivel municipal,
provincial o nacional.
“La suspensión de
las clases presenciales tuvo efectos no esperados. Las familias
adquirieron visibilidad y comenzaron a ser valoradas a la hora de opinar sobre
la educación de sus hijos. A su vez, el Estado diseñó una estrategia
política que suponía que las familias se harían cargo de las tareas de la
escuela y les mandó consignas y materiales múltiples para que padres y madres,
con o sin conexión, con o sin computadora, con sin recursos culturales se
hicieran cargo de la educación de los hijos”, comenta Guillermina Tiramonti,
especialista en educación e investigadora de Facultad Latinoamericana de
Ciencias Sociales (FLACSO).
Por su parte,
Paulina Calderón, exministra de Educación de la provincia de San Luis,
sostiene: “Durante este tiempo quedó demostrado que las familias se
convirtieron obligatoriamente en aliadas estratégicas de la escuela, pero esa
‘alianza’ es crítica en cuanto está atravesada por condicionantes sociales y
económicos que agravan las brechas preexistentes”. En ese sentido, agrega: “Más
allá de los aprendizajes que no se construyan, si no se propicia una mayor
implicación social en la educación, las consecuencias individuales y sociales
serán profundas. Es un problema ciudadano y político, y en ella se juegan los
futuros de nuestras sociedades”.
“Es probable que
estas familias hayan observado cómo el aislamiento afectó a los
hijos, generándoles diferente tipo de patologías, sin tomar en
cuenta que los aprendizajes no logrados durante este tiempo tendrán
consecuencias nocivas a futuro y que no podemos prever, pero que sin lugar a
dudas impactarán en la calidad de la educación de los niños, elemento cuyo
valor parece ser central para la mayoría de los participantes que, sin embargo,
no toman en cuenta que la socialización de los niños puede lograrse
también fuera de la escuela, pero la educación sistemática no“,
reflexiona Gustavo Zorzoli, director de la Escuela de Formación
Olímpica.
Como fruto del
encuentro, las familias presentaron una “Declaración de
las Familias por la Educación”, a partir de la cual solicitan a los
gobiernos que ofrezcan respuestas en educación y que, entre otras cosas,
impulsen el regreso a las escuelas allí donde sea posible, con responsabilidad
respecto a las condiciones epidemiológicas y sanitarias.
Fuente
https://agendaeducativa.org/la-salud-emocional-de-los-chicos-el-motivo-mas-mencionado-para-volver-a-clases/
miércoles, 11 de noviembre de 2020
“LOS ‘NATIVOS DIGITALES’ SON LOS PRIMEROS NIÑOS CON UN COEFICIENTE INTELECTUAL MÁS BAJO QUE SUS PADRES”
“La fábrica de cretinos digitales”.
Así
se titula el último libro del neurocientífico Michel Desmurget (Lyon, 1965),
director de investigación en el Instituto Nacional de la Salud de Francia, en
el que cuenta con datos duros y en forma contundente cómo los dispositivos
digitales están afectando gravemente, y para mal, al desarrollo neuronal de
niños y jóvenes.
“Simplemente
no hay excusa para lo que les estamos haciendo a nuestros hijos y cómo estamos
poniendo en peligro su futuro y desarrollo”, advierte en entrevista con BBC
Mundo el experto, que tiene a sus espaldas una vasta obra científica y de
divulgación y ha pasado por reconocidos centros de investigación como el
Massachusetts Institute of Technology (MIT) o la Universidad de California.
Su
libro se ha convertido en un gigantesco superventas en Francia.
Sí.
El coeficiente intelectual se mide con una prueba estándar. Sin embargo no es
una prueba “congelada”, a menudo se revisa.
Mis
padres no pasaron la misma prueba que yo, por ejemplo, pero se puede someter a
un grupo de personas a una versión antigua de la prueba.
El
neurocientífico Michel Desmurget considera que la niñez actual está expuesta a
una “orgía digital”.
Y
haciendo eso, los investigadores han observado en muchas partes del mundo que
el coeficiente intelectual aumentaba de generación en generación. A esto se le
llamó el ‘efecto Flynn’, en referencia al psicólogo estadounidense que
describió este fenómeno.
Pero,
recientemente, esta tendencia comenzó a invertirse en varios países. Es verdad
que el coeficiente intelectual se ve fuertemente afectado por factores como el
sistema de salud, el sistema escolar, la nutrición….
Pero
si tomamos países donde los factores socioeconómicos se han mantenido bastante
estables durante décadas, el ‘efecto Flynn’ ha comenzado a reducirse.
En
esos países los “nativos digitales” son los primeros niños que tienen un
coeficiente intelectual más bajo que sus padres. Es una tendencia que se ha
documentado en Noruega, Dinamarca, Finlandia, Países Bajos, Francia, etc.
¿Y
qué está provocando esta disminución del coeficiente intelectual?
Por
desgracia, aún no es posible determinar el papel específico de cada factor,
incluida por ejemplo la contaminación (especialmente la exposición temprana a
pesticidas) o la exposición a las pantallas.
Lo
que sabemos con seguridad es que incluso si el tiempo que un niño pasa frente a
una pantalla no es el único culpable, tiene un efecto importante en el coeficiente
intelectual.
El
tiempo que se pasa ante una pantalla por motivos recreativos retrasa la
maduración anatómica y funcional del cerebro”
Varios
estudios han demostrado que cuando aumenta el uso de la televisión o los
videojuegos, el coeficiente intelectual y el desarrollo cognitivo disminuyen.
Los
principales fundamentos de nuestra inteligencia se ven afectados: el lenguaje,
la concentración, la memoria, la cultura (definida como un corpus de
conocimiento que nos ayuda a organizar y comprender el mundo).
En
última instancia, estos impactos conducen a una caída significativa en el
rendimiento académico.
¿Y
por qué el uso los dispositivos digitales provoca todo eso?
Las
causas también están claramente identificadas: disminución en la calidad y
cantidad de interacciones intrafamiliares, que son fundamentales para el
desarrollo del lenguaje y el desarrollo emocional; disminución del tiempo
dedicado a otras actividades más enriquecedoras (tareas, música, arte, lectura,
etc.); interrupción del sueño, que se acorta cuantitativamente y se degrada
cualitativamente; sobreestimulación de la atención, lo que provoca trastornos
de concentración, aprendizaje e impulsividad; subestimulación intelectual, que
impide que el cerebro despliegue todo su potencial; y un estilo de vida
sedentario excesivo que, además del desarrollo corporal, influye en la
maduración cerebral.
¿Qué
daños provocan exactamente las pantallas al sistema neurológico?
El
cerebro no es un órgano ‘estable’. Sus características ‘finales’ dependen de la
experiencia.
El
mundo en el que vivimos, los desafíos a los que nos enfrentamos, modifican
tanto la estructura como su funcionamiento, y algunas regiones del cerebro se
especializan, algunas redes se crean y se fortalecen, otras se pierden, unas se
vuelven más gruesas y otras más delgadas.
Nuestros
padres no pasaron la misma prueba de coeficiente de inteligencia que nosotros,
señala el neurocientífico.
Se
ha observado que el tiempo que se pasa ante una pantalla por motivos
recreativos retrasa la maduración anatómica y funcional del cerebro dentro de
diversas redes cognitivas relacionadas con el lenguaje y la atención.
Hay
que enfatizar que no todas las actividades alimentan la construcción del
cerebro con la misma eficiencia.
¿Qué
quiere decir?
Las
actividades relacionadas con la escuela, el trabajo intelectual, la lectura, la
música, el arte, los deportes, etc. tienen un poder estructurador y nutritivo
del cerebro mucho mayor que las pantallas recreativas.
Pero
nada dura para siempre. El potencial de la plasticidad cerebral es extremo
durante la infancia y la adolescencia. Después, comienza a desvanecerse. No
desaparece, pero se vuelve mucho menos eficiente.
Cuando
se pone una pantalla en manos de un niño o de un adolescente, casi siempre
prevalecen los usos recreativos más empobrecedores”
El
cerebro se puede comparar con una plastilina. Al principio, es húmedo y fácil
de esculpir. Pero con el tiempo se vuelve más seco y mucho más difícil de
moldear.
El
problema con las pantallas recreativas es que alteran el desarrollo del cerebro
de nuestros hijos y lo empobrecen.
¿Todas
las pantallas son igual de dañinas?
Nadie
dice que la “revolución digital” sea mala y deba ser detenida. Yo mismo paso
buena parte de mi jornada laboral con herramientas digitales. Y cuando mi hija
ingresó en la escuela primaria, comencé a enseñarle cómo usar algún software de
oficina y a buscar información en internet.
¿Debería
enseñarse a los estudiantes las herramientas y habilidades informáticas
fundamentales? Claro. Asimismo, ¿puede la tecnología digital ser una herramienta
relevante en el arsenal pedagógico de los docentes? Por supuesto, si es parte
de un proyecto educativo estructurado y si el uso de un software determinado
promueve eficazmente la transmisión.
Sin
embargo, cuando se pone una pantalla en manos de un niño o de un adolescente,
casi siempre prevalecen los usos recreativos más empobrecedores.
Esto
incluye, por orden de importancia: la televisión, que sigue siendo la pantalla
número uno en todas las edades (películas, series, clips, etc.); luego los
videojuegos (principalmente de acción y violentos), y finalmente, en torno a la
adolescencia, un frenesí de autoexposición inútil en las redes sociales.
¿Cuánto
tiempo suelen pasar niños y jóvenes ante las pantallas?
En
promedio, casi tres horas al día para los niños de 2 años, cerca de cinco horas
para los de 8 años y más de siete horas para los adolescentes.
Un
niño de 2 años pasa casi tres horas al día ante las pantallas. en promedio.
Esto
significa que antes de llegar a los 18 años, nuestros hijos habrán pasado el
equivalente a 30 años escolares frente a pantallas recreativas o, si lo
prefiere ¡16 años de trabajo a tiempo completo!
Es
simplemente una locura y una irresponsabilidad.
¿Cuánto
tiempo deberían dedicar los niños a las pantallas recreativas?
Involucrar
a los niños es importante.
Necesitan
que se les diga que las pantallas recreativas dañan el cerebro, perjudican el
sueño, interfieren con la adquisición del lenguaje, debilitan el rendimiento
académico, perjudican la concentración, aumentan el riesgo de obesidad, etc.
Algunos
estudios han demostrado que es más fácil para niños y adolescentes seguir las
reglas sobre las pantallas cuando se les explican y se discute con ellos su
razón de ser.
Involucrar
a los niños es importante. Necesitan que se les diga que las pantallas
recreativas dañan el cerebro, perjudican el sueño, interfieren con la
adquisición del lenguaje”
A
partir de ahí, la idea general es simple: a cualquier edad, lo mínimo es lo
mejor.
Más
allá de esta regla general, se pueden proporcionar pautas más específicas según
la edad del niño. Antes de los 6 años, lo ideal es no tener pantallas (lo que
no significa que de vez en cuando no puedas ver unos dibujos animados con tus
hijos).
Cuanto
antes estén expuestos, mayores serán los impactos negativos y el riesgo de un
consumo excesivo posterior.
A
partir de los 6 años, si se adaptan los contenidos y se conserva el sueño, se
puede llegar hasta media hora al día, incluso una hora, sin una influencia
negativa apreciable.
Otras
reglas relevantes: nada de pantallas por la mañana antes de ir a la escuela,
nada por la noche antes de irse a la cama o cuando estén con otras personas. Y,
¡sobre todo!, nada de pantallas en el dormitorio.
Pero
es difícil decir a nuestros hijos que las pantallas son un problema cuando
nosotros, como padres, estamos constantemente conectados a nuestros teléfonos
inteligentes o a consolas de juegos.
Reglas
relevantes: nada de pantallas por la mañana antes de ir a la escuela, nada por
la noche antes de irse a la cama… ¡sobre todo! nada de pantallas en el
dormitorio”
¿Por
qué muchos padres no son conscientes de los peligros de las pantallas?
Porque
la información que se da a los padres es parcial y sesgada. Los principales
medios de comunicación están repletos de afirmaciones infundadas, propaganda
engañosa e información inexacta. La discrepancia entre los contenidos de los
medios y la realidad científica a menudo es inquietante, por no decir
exasperante.
No
quiero decir que los medios sean deshonestos: separar el trigo de la paja no es
fácil, incluso para periodistas honestos y concienzudos.
Pero
no es de extrañar. La industria digital genera miles de millones de dólares en
beneficios cada año. Y, obviamente, los niños y adolescentes son un recurso muy
lucrativo.
Y
para las empresas que valen miles de millones de dólares, es fácil encontrar
científicos complacientes, lobistas dedicados y comerciantes entusiastas de las
dudas.
Permítame
darle un ejemplo.
Las
empresas digitales contratan a expertos para explicar lo inteligentes que son
los jugadores y lo bueno que es jugar videojuegos.
Recientemente
un psicólogo, supuestamente experto en videojuegos, explicó en varios medios
que estos juegos tenían efectos positivos, que no debían ser demonizados, que
no jugar podría incluso ser un hándicap para el futuro de un niño, que los
juegos más violentos podrían tener acciones terapéuticas y ser capaces de
apagar la ira en los jugadores, etc.
El
problema es que ninguno de los periodistas que entrevistaron a este “experto”
mencionó que trabajaba para la industria de los videojuegos. Y este es solo un
ejemplo entre los muchos que se describen en mi libro.
Esto
no es algo nuevo: sucedió en el pasado con el tabaco, el calentamiento global,
los pesticidas, el azúcar, etc.
Pero
creo que hay espacio para la esperanza. Con el tiempo, la realidad se vuelve cada
vez más difícil de negar.
En
una investigación se entregaron consolas de juegos a niños que iban bien en la
escuela. Después de 4 meses, se descubrió que pasaban más tiempo jugando y
menos haciendo tareas”
Hay
estudios que afirman por ejemplo que los videojuegos ayudan a obtener mejores
resultados académicos…
Permítame
decirlo con franqueza: eso es pura tontería.
Esa
idea es una verdadera obra maestra de la propaganda. Se basa principalmente en
unos pocos estudios aislados con datos podridos, que se publican en revistas
secundarias y a que menudo se contradicen.
En
una interesante investigación experimental, se entregaron consolas de juegos a
niños que iban bien en la escuela. Después de cuatro meses, se descubrió que
pasaban más tiempo jugando y menos tiempo haciendo las tareas escolares. Sus
calificaciones cayeron alrededor de un 5% (¡lo cual es muchísimo en solo cuatro
meses!).
En
otro estudio, los niños tuvieron que aprender una lista de palabras. Una hora
después, a algunos se les permitió jugar un videojuego de carreras de autos.
Dos horas después se fueron a la cama.
A
la mañana siguiente, los niños que no jugaron recordaron alrededor del 80% de
la lección frente al 50% de los jugadores.
Los
autores observaron que jugar interfería con el sueño y la memorización.
¿Cómo cree
que serán los miembros de esta generación digital cuando se
conviertan en adultos?
A
menudo escucho que los nativos digitales saben “de manera diferente”. La idea
es que aunque muestran déficits lingüísticos, atencionales y de conocimiento,
son muy buenos en “otras cosas”.
La
cuestión radica en la definición de esas “otras cosas”.
Varios
estudios indican que, en contraste con las creencias comunes, no son muy buenos
con las computadoras.
Un
informe de la Unión Europea incluso explica que su baja competencia digital
dificulta la adopción de tecnologías educativas en las escuelas.
Otros
estudios también indican que tampoco son muy eficientes para procesar y
comprender la gran cantidad de información disponible en internet.
En
Asia, por ejemplo, considera que el uso excesivo de pantallas es una forma de
abuso infantil”
Entonces,
¿qué queda? Obviamente, son buenos para usar aplicaciones digitales básicas,
comprar productos en línea, descargar música y películas, etc.
Para
mí, estos niños se parecen a los descritos por Aldous Huxley en su famosa
novela distópica Brave New World (“Un mundo feliz”, en
español): pasmados por el entretenimiento tonto, privados de lenguaje,
incapaces de reflexionar sobre el mundo, pero felices con su suerte.
¿Algunos
países están comenzando a legislar contra el uso de pantallas?
Sí,
especialmente en Asia. Taiwán, por ejemplo, considera que el uso excesivo de
pantallas es una forma de abuso infantil y ha aprobado una ley que establece
fuertes multas para los padres que exponen a niños menores de 24 meses a
cualquier aplicación digital y que no limitan el tiempo de pantalla de los
chicos entre 2 y 18 años.
En
China, las autoridades han tomado medidas drásticas para regular el consumo de
videojuegos por parte de menores: los niños y adolescentes ya no pueden jugar
de noche (entre las 22 horas y las 8 horas) ni exceder los 90 minutos de
exposición diaria durante la semana (180 minutos los fines de semana y las
vacaciones escolares).
¿Cree
que es bueno que haya leyes que protejan a los niños de las pantallas?
No
me gustan las prohibiciones y no quiero que nadie me diga cómo tengo que criar
a mi hija.
Sin
embargo, está claro que las opciones educativas sólo pueden ejercerse
libremente cuando la información que se brinda a los padres es sincera y
exhaustiva.
Creo
que una campaña justa de información sobre el impacto de las pantallas en el
desarrollo con pautas claras sería un buen comienzo: sin pantallas para niños
de hasta 6 años y luego, no más de 30-60 minutos al día.
Si
esta orgía digital, como usted la define, no se detiene, ¿qué podemos esperar?
Un
aumento de las desigualdades sociales y una progresiva división de nuestra
sociedad entre una minoría de niños preservada de esta “orgía digital” -los
llamados Alphas de la novela de Huxley-, que poseerán a través de la cultura y
el lenguaje todas los herramientas necesarias para pensar y reflexionar sobre
el mundo, y una mayoría de niños con herramientas cognitivas y culturales
limitadas -los llamados Gammas de la novela de Huxley-, incapaces de comprender
el mundo y de actuar como ciudadanos ilustrados.
Alpha
asistirá a costosas escuelas privadas con maestros humanos “verdaderos”.
Los
Gamma irán a escuelas públicas virtuales con apoyo humano limitado, donde se
les alimentará con un pseudolenguaje parecido al “Newspeak” de Orwell y se les
enseñarán las habilidades básicas de los técnicos de nivel medio o bajo (las
proyecciones económicas dicen que este tipo de trabajos estarán
sobrerrepresentados en la fuerza laboral del mañana).
Un
mundo triste en el que, como decía el sociólogo Neil Postman, se divertirán
hasta la muerte. Un mundo en el que, a través del acceso constante y
debilitante al entretenimiento, aprenderán a amar su servidumbre. Perdón por no
ser más positivo.
Tal
vez (y eso espero) estoy equivocado. Simplemente no hay excusa para lo que les
estamos haciendo a nuestros hijos y cómo estamos poniendo en peligro su futuro
y desarrollo.
*Fuente:
https://www.bbc.com/mundo/noticias-54554333?fbclid=IwAR3MnCd6GqN0d1df5sEUEknKobSs8R0EvB55HYTKlB5lBrkFtDklCLHfLs4