Encontrar un horario adecuado para las familias, cooperar y entenderse con ellas, hacer que asuman distintos roles y ofrecerles un apoyo extra en Secundaria es fundamental para que las familias participen de la educación de sus hijos dentro del aula. Nos lo cuenta Francesc Vicent Nogales, docente en el colegio San Enrique de Quart de Poblet, en Valencia.
Durante los últimos
años hemos vivido una auténtica vorágine metodológica en las aulas: aprendizaje basado en proyectos, gamificación,
aprendizaje-servicio, o los proyectos cooperativos, entre otros. Tras mucho
tiempo aplicando estas estrategias metodológicas, hay una constante que siempre
nos ha dado garantías de éxito: la implicación de las familias en la realidad
del aula. Las familias llevan décadas reconocidas como miembros de la comunidad
educativa, pero también llevan años relegadas al apoyo en el hogar, con estudio
y deberes, y con una importante desconexión del aula.
Involucrar a las familias enseñándoles cómo aprenden sus hijos
Pero, ¿cómo pueden
apoyar la educación de sus hijos si aplicamos unos métodos que ellos mismos
desconocen? Es incoherente esperar que comprendan cómo reforzar contenidos con
el método ABN (Algoritmo
Basado en Números) si aprendieron con una metodología diferente cuando eran
estudiantes. Un ejemplo: un cirujano de hace 80 años se sentiría completamente
inútil en un quirófano actual, y a las familias les sucede algo similar si
entran ahora en un aula en la que se encuentran a los estudiantes trabajando en
cooperativo o desarrollando una sesión de ABP. La mayoría de las familias
desconocen las rutinas de pensamiento que hoy son habituales en nuestro día a
día, y nos miran con extrañeza cuando sus hijos les dicen: “Hemos estado
jugando en clase”.
Por ello, es
fundamental permitirles ser miembros activos dentro del aula haciendo que
comprendan el aprendizaje basado en juegos, la gamificación o las matemáticas
manipulativas, entre otras metodologías. A estos beneficios debemos añadir la
importante carga motivadora que supone para los estudiantes y, por supuesto, la
tarea y responsabilidad compartida con los padres y madres.
¿Cómo pueden las
familias apoyar la educación de sus hijos si aplicamos unos métodos que ellos
mismos desconocen?
En el momento en el
que abrimos las aulas y las familias entran, ven y observan su punto de vista
cambia completamente. Las familias comprenden que no jugamos, sino que es
aprendizaje basado en el juego o que ‘Lápices al centro’ o ‘Folio giratorio’
son herramientas muy potentes para gestionar el trabajo cooperativo dentro de
clase.
Claves para que las familias
participen en clase
Por otra parte,
muchos docentes siguen sintiéndose más cómodos sin la presencia de otros
adultos en la clase. En los centros es fácil encontrar mitos que giran en torno
a la participación de las familias como: “No pueden venir al aula”, “están
trabajando”, “no nos apoyan”, “no podemos permitir que nos cuestionen, nosotros
somos los expertos en educación” o “en Infantil las familias siempre están
disponibles, vente a Secundaria y verás la realidad”. Pero, la realidad es
totalmente distinta. Muchas familias pueden acudir al aula, pero hay que ir
probando distintas alternativas y claves, como las siguientes:
·
Encontrar un horario adecuado para las familias: Hace siete años, en mi centro
empezamos invitando a las familias a las nueve de la mañana, una hora ideal
porque los niños están más tranquilos, pero la asistencia no solía ser mayor de
cuatro o cinco personas por sesión. Otro año probamos a hacerlo de cuatro a
cinco de la tarde, y desde entonces la asistencia siempre supera las diez
personas por sesión.
·
Cooperación. Las familias son expertos respecto a sus hijos y nosotros a veces les
cuestionamos afirmando, por ejemplo, que no ponen límites, pese a que no
estamos presentes en sus casas. Familias y docentes estamos llamados a
entendernos y cooperar, sin prejuicios ni juicios, sin cuestionar. Si ellos nos
cuestionan no debemos entenderlo como una amenaza sino como oportunidad de
mejora. Si una familia no entiende una actividad, nos están ofreciendo una
oportunidad para explicarla de forma más clara, para darles a conocer lo que
vivimos en clase, para crecer juntos.
·
Asignar distintos roles. Invitando a las familias a la clase, les enseñamos cómo hacerlo. Les
invitamos a ser partícipes asumiendo en unos momentos el rol de observador de
la sesión, el de explicar o exponer desde su experiencia personal o un papel
dentro de un equipo cooperativo, por ejemplo.
·
Secundaria: una ayuda extra. En este nivel educativo, las familias necesitan
toda la ayuda para comprender a sus hijos, y ahí es aún más importante nuestra
labor. El problema puede ser que desde hace años han recibido un mensaje que no
respondía a sus necesidades. ¿Nos sentimos cómodos si siempre recibimos
mensajes negativos? ¿Acudiríamos a una reunión si me van a contar algo muy
similar a lo que escuché los últimos tres años? En Secundaria los padres siguen
necesitando ayuda, necesitan comprender cómo gestionar los cambios de sus
hijos, cómo acompañarles y a la vez dejar el espacio que reclaman, o cómo
generar corresponsabilidad, ahí el papel del profesorado es vital.
Implicar
educativamente a las familias es una necesidad y no siempre sabemos cómo
hacerlo. Para ello el libro ‘Escuela y familia: misión posible’
ofrece 27 proyectos educativos con actividades, pautas, programaciones y todo
lo necesario para lograr que las familias quieran venir a clase con sus hijos y
nosotros, como docentes, sepamos convertirlos en los agentes educativos que
son.
En definitiva, si
creamos un modelo de escuela en el que todos estamos implicados, y en el que
todos tenemos ‘voz y voto’, lograremos implantar ese modelo de educación de 360
grados, en el que la escuela y su entorno cooperan generando espacios abiertos
de aprendizaje.
Por
EDUCACIÓN 3.0
Fuente
https://www.educaciontrespuntocero.com/opinion/estas-son-las-claves-para-involucrar-a-las-familias-en-el-aula/
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