Michel Desmurget, director de investigación en el Instituto Nacional de Salud y la Investigación Médica en Francia, se muestra muy crítico con el abuso de las pantallas por parte de niños y jóvenes, ya que afecta a su desarrollo cerebral. Una cuestión que va unida a la digitalización de la enseñanza, que la considera un ahorro de dinero para no invertir en personal cualificado, además de provocar un aumento de las desigualdades sociales entre los estudiantes.
El último libro de Michel
Desmurget, director de investigación en el Instituto Nacional de Salud y la Investigación Médica en Francia,
se titula ‘La fábrica de cretinos digitales. El peligro de las pantallas para
nuestros hijos’. Y es que Desmurguet considera que el abuso de las pantallas por parte de niños y adolescentes
es un problema de salud pública. Cree que hay que agitar las conciencias de los
que piensan que si un adolescente se pasa hasta siete horas delante de un
ordenador no ocurre nada en su cerebro. En su opinión, este consumo digital
tiene un impacto negativo tanto en el desarrollo cerebral como en posibles
problemas de obesidad, ansiedad o falta de concentración.
Y si se trata de agitar
conciencias, Desmurget no tiene pelos en la lengua: “Nuestros hijos son así,
literalmente (e incuestionablemente), cada vez más ‘imbéciles’ (y, no hay
desprecio en esta palabra, sólo preocupación por sacudir las
conciencias)”.
Pregunta: Su libro se titula ‘La fábrica de cretinos
digitales. El peligro de las pantallas para nuestros hijos’. ¿Cuáles son las
principales razones con las que sostiene dicha afirmación?
R: Hay dos razones principales. La primera es
para agitar el ‘letargo’ periodístico. Me sorprende la imprudencia con la que
la mayoría de los medios de comunicación está tratando este tema. Los estudios
científicos muestran que nos estamos enfrentando a un gran problema de salud
pública. Sin embargo, en contraste con esta realidad perturbadora, el discurso
de los medios de comunicación sigue siendo pacíficamente tranquilizador (por no
decir entusiasta).
En segundo lugar, las
investigaciones realizadas desde hace 50 años (primero en la televisión, luego
en los videojuegos y ahora en las redes sociales y los dispositivos móviles)
demuestran que el consumo digital actual está devastando los pilares más
esenciales de la inteligencia de nuestros hijos: el lenguaje, la concentración,
la capacidad de memoria, la creatividad, la cultura (en relación a la serie de
conocimientos que nos permiten comprender el mundo). Nuestros hijos son así,
literalmente (e incuestionablemente), cada vez más ‘imbéciles’ (y, no hay
desprecio en esa palabra, sólo preocupación por sacudir las conciencias).
P: ¿Cuáles cree que son los efectos más perjudiciales
del uso de la tecnología entre los más jóvenes? ¿Y los beneficios a destacar?
R: No se trata de llevar a cabo una cruzada
tecnofóbica. En muchas áreas, la ‘revolución digital’ ha demostrado ser muy
beneficiosa: en la industria, investigación, medicina, comercio… Pero eso no es
de lo que estamos hablando aquí. Todos los estudios demuestran que cuando se
pone una pantalla de cualquier tipo (televisión, videoconsola, smartphone,
tableta…) en las manos de un niño o adolescente, casi siempre son los usos
recreativos más debilitantes los que salen ganando. En otras palabras: no se
trata de ver cómo las generaciones más jóvenes podrían utilizar correctamente
las herramientas digitales que tienen a su disposición, sino más bien analizar
cómo las utilizan realmente.
«Los estudios científicos
muestran que nos estamos enfrentando a un gran problema de salud pública»
De ese modo, se observa que el
consumo recreativo nocivo (lo que ‘cretiniza’) acapara las prácticas digitales
que sí son potencialmente beneficiosas. Aún así, tenemos que echar un vistazo a
los números. El uso estrictamente recreativo (fuera de la escuela y de los
deberes) asciende a un promedio de casi 3 horas diarias entre los niños de 2
años, casi 5 horas entre los de 8 y más de 7 horas entre los adolescentes. Es
totalmente extravagante. Estos datos representan casi 30.000 horas durante toda
la infancia, es decir, más de 30 años escolares.
P: Usted dice que el desarrollo intelectual de los
niños comienza a verse afectado cuando están frente a una pantalla por lo menos
30 minutos al día. ¿Qué es lo que cambia en el cerebro del estudiante? ¿Qué
otros efectos causa?
R: Todo lo que hacemos y aprendemos cambia la
estructura y la función de nuestro cerebro. Algunas áreas se vuelven más
gruesas, otras más delgadas; algunas conexiones se desarrollan y otras se
desvanecen. Por ejemplo, el consumo de videojuegos de acción provoca un
engrosamiento de ciertas regiones motoras relacionadas con el manejo de los
‘joysticks’. Por el contrario, el uso de pantallas causa retrasos en la
maduración dentro de las redes lingüísticas, debido en parte a una disminución
del tiempo dedicado a la lectura y a las interacciones intrafamiliares.
Déjeme aclarar que lo digital
también es ‘cultura’. Pero hay que admitir que no todas las ‘culturas’ son
igualmente efectivas para el desarrollo cerebral. Existe mucha literatura
científica que demuestra el impacto negativo del uso recreativo digital en el
desarrollo somático (obesidad o problemas cardiovasculares), emocional
(ansiedad o agresividad) y cognitivo (lenguaje o falta de concentración). Lo
que puede suponer una bajada significativa en el rendimiento académico.
P: El uso de la tecnología en el ámbito escolar
está cada vez más normalizado. ¿De qué forma se puede llevar a cabo un uso
correcto de los dispositivos?
La pregunta no es cómo, sino por
qué. ¿Debería enseñarse a los estudiantes a dominar ciertas herramientas informáticas
relacionadas con la búsqueda de información, codificación, seguridad o
software? Sin duda. ¿La tecnología digital tiene su lugar en el ámbito
pedagógico del docente? Probablemente también, en el sentido de que ciertas
herramientas de software, debidamente analizadas y validadas, pueden ser útiles
para ciertos aprendizajes (por ejemplo, un software de visualización 3D para
geometría o biología).
«El uso de pantallas causa
retrasos en la maduración dentro de las redes lingüísticas, debido a una
disminución del tiempo dedicado a la lectura y a las interacciones
intrafamiliares»
P: ¿De eso se trata cuando hablamos de digitalizar la
enseñanza?
En la mayoría de los países
occidentales, al docente no se le proporciona herramientas digitales
complementarias. Cuando se habla de digitalizar la educación, se trata de
ahorrar dinero sustituyendo el tiempo humano cualificado por el tiempo de la
máquina.
Por lo tanto, la tecnología
digital está emergiendo, no como el progreso pedagógico que se nos describe,
sino como una necesidad presupuestaria inevitable. Sin embargo, todos los
estudios a gran escala que se encuentran disponibles (incluidos los estudios
PISA) muestran, sin la menor ambigüedad, que la digitalización de la enseñanza
aumenta las desigualdades sociales y, en general, empeora el rendimiento
educativo. En otras palabras, aquí también son los niños menos favorecidos los
que pagan por las restricciones económicas que ‘estrangulan’ nuestros sistemas
escolares.
P: Debido a la pandemia, los estudiantes de muchas
partes del mundo han tenido que realizar las clases via online, ¿Es posible
adaptar el modelo educativo actual a un sistema online sin perjudicar a las
capacidades de los estudiantes?
Desde un punto de vista práctico,
la experiencia sólo ha confirmado lo que ya sabíamos: lo digital es mejor que
nada, pero es infinitamente peor que un profesor cualificado y de carne y
hueso. En Francia, el Primer Ministro, además, lo ha admitido abiertamente,
explicando que la reapertura de las escuelas era «un imperativo de educación y
justicia social».
El problema es que se ha
comenzado a alzar la voz para alabar esta revolución digital que nos ha salvado
del desastre y que, por tanto, debería perpetuarse a día de hoy. Resulta
molesto, pero no necesariamente sorprendente si se tiene en cuenta que el
objetivo final no es, como se ha señalado anteriormente, la mejora de la
atención a los estudiantes, sino la reducción de costes en la educación. Así
que para responder a la pregunta con precisión: sí, la transición del modelo
educativo actual a un sistema en línea es posible, pero no sin fallos
pedagógicos. Esa transición sólo puede hacerse en detrimento de los estudiantes
(especialmente los menos favorecidos).
«Cuando se habla de digitalizar
la educación, se trata de ahorrar dinero sustituyendo el tiempo humano
cualificado por el tiempo de la máquina»
P: Al final de su libro ofrece siete normas esenciales
para llevar a cabo con los niños y establece ausencia total de pantallas antes
de los 6 años. ¿Cree que es posible en un mundo hiperconectado, tanto en casa
como en la escuela?
Por supuesto que es posible, al
menos en casa. Según datos de distintos estudios, vemos que entre el 5 y
el 10% de las familias mantienen escrupulosamente a sus hijos alejados de la
exposición digital ‘recreativa’. Estas familias tienden a ser de los entornos
sociales más favorecidos. Sorprendentemente, como han demostrado varios
artículos recientes, muchos ejecutivos de las industrias digitales siguen la
misma lógica y se centran en proteger a sus hijos de los productos que nos
venden.
Poco antes de su muerte, Steve
Jobs explicó que era un padre de «baja tecnología» y que sus hijos no tenían
una tableta. Un ex editor de Wired estuvo de acuerdo, diciendo que había «visto
de primera mano los peligros de la tecnología…. No quiero que eso le pase a mis
hijos». Al final, el problema es bastante simple. Cientos de estudios de
investigación muestran la peligrosidad de las exposiciones tempranas en
términos de habituación y desarrollo. Por el contrario, ningún estudio
(¡ninguno!) ha revelado ningún impacto negativo, a corto o largo plazo, en los
niños que no usan las pantallas.
Sin embargo, y para finalizar,
dos observaciones. En primer lugar, todo el mundo puede obviamente, de vez en
cuando, ver dibujos animados en la televisión con sus hijos. En segundo lugar,
incluso a edades tempranas, es fundamental explicar al niño la razón de las
restricciones (porque interfiere con su sueño, le impide crecer y desarrollar
bien su cerebro…). También en esta área, prevenir es mejor que curar.
Por
Fuente
https://www.educaciontrespuntocero.com/entrevistas/michel-desmurget-hijos-imbeciles-consumo-digital/
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