En el Día Mundial contra el ‘bullying’, es
fundamental que padres y profesores sepan cómo reaccionar ante él, aprovechando
que muchos alumnos no volverán a clase hasta septiembre
Las crisis sanitaria, económica y social, y todas sus derivadas, en las que estamos
inmersos nos tienen tan absortos, que, a veces, no nos detenemos a pensar en
algunas realidades que se están colando en nuestras casas. Y nosotros, sin
enterarnos. En este Día Internacional del Bullying, cabe
señalar que el confinamiento puede hacernos creer que es un alivio para
aquellos niños que sufren o han sufrido el peso del acoso escolar. Al estar
cerrados los centros educativos, parece que esta lacra se esfuma, no hay
enemigo con quien encontrarse, no hay que levantarse con el sufrimiento que
implica saber que hay que acudir diariamente a la escuela, ese nido donde para
quien lo padece crece el miedo. Los pensamos más liberados aún, con la medida
anunciada por el Gobierno sobre cómo muchos alumnos no retornarán a las
clases antes de septiembre. Ese tiempo que ganamos. Pero, efectivamente, el
alivio es solo inicial.
Del acoso escolar al ciberbullying
Desde hace tiempo –concretamente desde que Internet irrumpió en nuestras
vidas- el acoso escolar ha traspasado las fronteras del aula para colarse
también en la Red y alcanzar a sus víctimas allá donde estén. Los niños que
acosan a otros encontraron una nueva vía de hostigamiento para maltratar a
través de las nuevas tecnologías. Es lo que conocemos como ciberbullying. Si
consideramos que, desde que empezó el confinamiento, el uso de Internet había
subido en un 72% a principios de abril, y que las vías de comunicación de los
menores es justamente esa, podemos deducir que el acoso escolar no ha
acabado. Y puede estar convirtiéndose en una tortura para muchos.
Lo cierto es que las nuevas tecnologías están permitiendo esa educación
en remoto y que los niños, de mejor o peor manera, puedan superar el trimestre
a través de TICS, clases virtuales, plataformas, WhatsApp -todos también
canales de ciberbullying. “Hablamos todo el rato de las bondades de
la tecnología como método pedagógico, pero nos olvidamos que a nadie le llaman
ya la atención todas las horas que pasan los niños frente a las pantallas, una
preocupación que antes del confinamiento era una constante. Pero también hay
que pensar que el pasar más horas conectados a internet no solo ofrece más
opciones al acosador, sino que la víctima puede estar más horas mirando lo que
se ha escrito o difundido sobre él o ella”, dice Miguel del Nogal, psicólogo
de la Asociación Española de Prevención del Acoso Escolar (AEPAE).
Ciberbullying durante la cuarentena
El acoso escolar y el ciberbullying no
son realidades aisladas. De hecho, son un continuo que empieza en clase y acaba
cuando el niño desconecta sus redes sociales. O más tarde porque el tormento a
veces puede impedirles el sueño. “El ciberbullying es un canal
más y la diferencia entre uno y otro es que las TICS y redes son medios
masivos, que llegan en un solo click, a distancia, siendo más
fácil para el acosador porque no hay una relación cara a cara. Además, puede
actuar las 24 horas los siete días de la semana, de manera gratuita, sin
filtros, sin administrador. Es un campo libre”, explica del Nogal. El ciberbullying se
comporta igual antes y después del confinamiento, pero con matices. “Preocupan
dos fenómenos: que aquellos niños que no sufrían acoso escolar, lo sufran
ahora, y que el hostigamiento contra aquellos que ya eran víctimas de acoso
escolar antes, se haya multiplicado ahora”.
Los perfiles de la víctima y el acosador
“El perfil de la víctima es amplio, porque puede ser cualquier niño o
adolescente, que sea percibido como diferente, con rasgos tanto positivos como
negativos”, explica Diana Díaz, directora de las líneas de
ayuda de ANAR,
Fundación de Ayuda de Niños y Adolescentes en Riesgo. “El acosador puede haber
sido víctima de bullying, pero también estar expuesto a un entorno
de violencia”. Pero, la característica principal es su falta de empatía y que
entiende al otro como un instrumento. Y hay que añadir a un tercer grupo de
actores: los observadores. “El acoso existe porque hay observadores que lo
aplauden, y en este tiempo de confinamiento el público está presente desde la mañana
hasta por la noche, y en tiempo real, en todas las redes”, explica el
psicólogo.
Los niños acosadores conocen a sus víctimas. “Eligen a sus iguales y
existe una intencionalidad. Van a esa persona, porque saben que pueden
agredirla”, dice del Nogal. Para que haya ciberbullying, ambas
partes “tienen que ser compañeros o alumnos del mismo centro escolar.
Pertenecen a los mismos chats y foros digitales, y consiste en que uno va
minimizando la importancia del otro, lo va rechazando, se burla, inventa motes
y hasta amenazas. En muchos casos, la víctima acaba expulsada del grupo, lo que
es una forma de aislarla y agredirla. El aislamiento presencial es muy visible,
pero el telemático también está existiendo”, añade la experta de
ANAR.
Esta ONG han reforzado durante la cuarentena su servicio de ayuda a
través de su chat. “Hemos observado que la curva de la violencia contra los
niños crece día a día durante el confinamiento”, comenta Díaz. Y, sin duda, una
forma de violencia es el acoso escolar, cuyas consultas a través del chat,
afortunadamente, “han bajado; hay una ligera tregua. No obstante, un 3,3% de
las consultas siguen haciendo referencia al ciberbullying”. Quizá
no parezca un porcentaje muy alto, pero con un solo niño que esté sometido a un
tipo acoso, sea este presencial o telemático, ya es demasiado. “Por eso, no hay
que bajar la guardia. Las tecnologías están siendo el escenario alternativo del
acoso escolar, con todas sus posibles consecuencias: miedo permanente,
ansiedad, baja autoestima, indefensión, depresión…”.
Cómo detectar las señales
Cambios bruscos en el comportamiento y en el ánimo. Pueden estar mucho más
melancólicos, retraídos, sobre todo, si nunca han sido así. O al contrario, se
encuentran más nerviosos de lo normal.
Cuando se quedan alterados o tristes tras su conexión a Internet. Los padres debemos
estar muy atentos a sus vías de comunicación. “Hay casos en que los padres han
podido descubrir que su hijo sufría acoso, al investigar sus vías de
comunicación”, cuenta Diana Díaz.
Estar muy atentos a sus redes y chats. Hay padres que han descubierto que su
hijo sufría acoso escolar, al investigar sus vías de comunicación digitales,
durante el confinamiento, cuando vieron a su hijo comportarse de manera inusual
después de cerrar el ordenador.
Más aislados aún. Si van más a su habitación a encerrarse, no quieren contactar con
sus amigos, no socializan…
Síntomas psicosomáticos. No están enfermos, pero se quejan de molestias, malestar y siempre
les duele algo. O si adelgazan mucho, si tienen problema con la comida o el
sueño; estos son indicadores.
Cómo reaccionar frente al ciberbullying
Abrir canales de comunicación. No es fácil que los niños que sufren de acoso lo comenten, ni
siquiera a sus padres. En la medida que lo hagan, habrá luz para resolverlo,
pero mientras tanto es importante fomentar la comunicación familiar. “Les
da vergüenza y sienten culpa. De hecho, se ha observado que tardan entre dos a
tres años, de media, en contárselo a los mayores”, sostiene del Nogal. “Existe
una idea preconcebida de que lo van a resolver solos y hay una sensación de
fracaso”, agrega Díaz.
Darle apoyo incondicional. Es fundamental que la víctima de un ciberbullying,
sepa que sus padres siempre van a estar ahí, no importa lo que pase.
Identificar los cambios serenamente. Si se recoge con demasiada ansiedad,
el niño se estresa y se retrae más por miedo a las represalias.
No hacer juicio. Dejarle claro que a cualquiera le puede pasar, que no es su culpa.
Tampoco pedirle explicaciones de no haberlo dicho antes.
Involucrar a toda la comunidad educativa. Las medidas a partir de
que el niño lo cuenta deben ser tomadas y aplicadas en conjunto por los padres,
el centro educativo y el niño. Esto es importante para que el niño sienta que
está participando de las soluciones.
Enseñar un uso responsable de las redes y TICS. Nadie está a salvo de
un ciberbullying, pero evidentemente las posibilidades se
reducen si educamos a nuestros hijos en el uso de las TICS, sin exponerse
demasiado, manteniendo medidas de seguridad digital, etc.
Pero podemos darle la vuelta a la cuarentena y fijarnos en algunos
aspectos que juegan a favor. Primero, que nuestra casa es un entorno seguro.
Diana Díaz opina, además, que “es una oportunidad excelente para comunicarnos
más tranquilamente. Tenemos más espacios en común, lo que puede generar buenos
momentos para valorar la confianza con nosotros”.
Y añade que “ahora, en confinamiento, es cuando hay que prepararlos para
que a la vuelta a clases. Los niños deben contar con las habilidades necesarias
y suficientes para enfrentar emocionalmente a quien le haga daño. Ese es el fin
que persigue también el campamento de verano que organiza AEPAE. Ahora es buen
momento porque si las vacaciones suelen ser un parón del acoso escolar y la
víctima se puede sentir algo más aliviada, ahora el centro educativo está
activo y también puede intervenir.
Fuente: https://elpais.com/elpais/2020/05/01/mamas_papas/1588312439_219353.html
0 comentarios:
Publicar un comentario