- La pediatra Vicky Fumadó, del Hospital de Sant
Joan de Déu, nos habla de cómo el coronavirus ha cambiado las rutinas de
uno de los hospitales pediátricos de referencia de España y destaca la
necesidad de inversión en salud pública y epidemiología para prevenir
pandemias como la del coronavirus
Vicky Fumadó es pediatra del Hospital Sant Joan de Déu especializada en
enfermedades infecciosas y patología importada y tropical. Durante su
trayectoria, ha trabajado en Saint John of God Missionary Hospital de Sierra
Leona durante la epidemia del ébola y también en otros países del continente
africano como Tanzania, Etiopía y Mozambique. Considera que si el coronavirus
llega al continente africano con la misma intensidad que en Europa, puede tener
graves consecuencias debido a la gran fragilidad de los sistemas sanitarios
africanos. «Los programas de salud funcionan con la financiación de los países
occidentales, y eso se notará mucho en 2021. El presupuesto para cooperación en
materia de salud de África será todavía mucho más limitado», señala la pediatra.
También remarca que, en general, hace falta una mayor inversión en
prevención ante las epidemias. «Nuestro sistema sanitario es muy bueno en el
ámbito asistencial, pero se invierte muy poco en salud pública y epidemiología
que, en este caso, son las herramientas que nos hubieran ayudado a contener
mejor la pandemia del coronavirus».
¿Cómo está viviendo el Hospital Sant Joan de Déu la crisis del
coronavirus?
El coronavirus ha trastornado nuestras rutinas. Desde enero teníamos
activado todo un dispositivo por si llegaba el virus. Además, el hospital tiene
un convenio de colaboración con China, que nos envía niños para tratarlos en el
hospital. En todo este tiempo, eso no se ha dejado de hacer, por lo que
teníamos que estar muy preparados para poder atender bien a los pacientes.
Desde enero empezamos a dar formación para que los profesionales aprendieran a
ponerse los equipos de protección individual, ya que sólo los que trabajamos
con alto aislamiento estábamos formados. Adoptamos las adecuadas medidas de protección
y nos fuimos adaptando a las circunstancias según evolucionaba la epidemia.
Los primeros casos que tuvimos fueron muy leves. Primero testábamos
todos los pacientes, pero llegó un momento que esto no era posible. Había
muchos más posibles casos que test. En este momento, las dinámicas de trabajo
del Hospital cambiaron mucho. Somos un Hospital «amigo de los niños», en el que
hay muchos lugares para jugar, hay payasos, magos, perros, zonas de espera para
las familias y un contacto muy estrecho con voluntarios. Todo ello se tuvo que
desmontar de la noche a la mañana. Hemos tenido que dejar de hacer lo que hacía
que nuestro Hospital tuviera unas características tan especiales, para
priorizar la seguridad.
¿Cómo se han tenido que adaptar los profesionales y las infraestructuras
hospitalarias?
En medio de la pandemia tuvimos que adaptar espacios para ingresar a los
pacientes y separar zonas con pacientes Covid-19 y zonas libres del virus. Hubo
un momento en el que el Hospital admitió adultos, primero los más jóvenes y
luego no tanto, para dar ayuda al resto de hospitales de Cataluña, y
especialmente de Barcelona. Muchos hospitales cerraron las unidades de
pediatría y nosotros, al ser un monográfico, tuvimos que atender a todos los
niños con otras patologías, de acuerdo con los otros hospitales. La vida
hospitalaria cambió mucho, y aún continúa cambiando. Hemos pasado de tener unos
pocos casos aquí a estar rodeados por la pandemia, y todo ello requiere
adaptaciones muy rápidas del personal y de toda la infraestructura
hospitalaria.
La adaptación de los profesionales para atender adultos ha sido, sobre
todo, en relación a las UCI y la hospitalización, siempre contando con apoyo de
internistas y del Hospital Clínico para poder adaptar las pautas y protocolos y
pedir ayuda en el tratamiento de enfermedades de los adultos que acompañan a
esta infección. Sobre todo, hemos tenido que ponernos muy al día con la
afectación que tiene el coronavirus en los adultos y la que tiene en los niños.
La infección la podíamos tener protocolizada y saber las complicaciones que
hay, pero en los adultos hay otras enfermedades que acompañan a la infección
que no estamos acostumbrados a tratar.
En los niños la incidencia del coronavirus es bastante leve.
Sí que es cierto que en la gran mayoría es leve, pero hemos visto casos
más graves; hemos tenido niños ingresados en las UCI. De hecho, desde el
Hospital hemos puesto en marcha una plataforma que se llama ‘Kids Corona’ que
consiste en varios estudios para ver la incidencia del coronavirus en los niños
y estudiar por qué la expresión de la enfermedad es más leve en los niños. Se
trata de estudiar núcleos familiares que hayan sufrido la Covid-19, para
determinar por qué la incidencia del virus parece menor en niños que en
adultos. Este programa comenzó porque cuando llevábamos casi 400 test sólo
había un 5% de positivos y, a partir de ahí, nos preguntamos qué estaba
pasando. Hay varios estudios en marcha, basados en varias hipótesis, como la
protección que puede proporcionar la microbiota de la nasofaringe en niños, o
el estudio de biomarcadores que pueden favorecer la protección del organismo
del niño, entre otros.
¿Cómo cambiarán las dinámicas de trabajo con la reducción de la
intensidad de la pandemia?
Ahora mismo estamos en un proceso de desescalada, tenemos menos
pacientes ingresados en planta y en las UCI. Se están volviendo a abrir
algunas consultas externas que durante este periodo no han sido esenciales y
han disminuido mucho su actividad, y esto hace que queramos ser un espacio
seguro para el personal y los pacientes que llegan. Debemos seguir haciendo
circuitos diferenciados de pacientes y ver un poco en cada servicio que hay que
hacer y cómo tratar los grupos más vulnerables de pacientes para que todo sea
lo más seguro posible. También se seguirán haciendo seguimientos
telemáticamente de algunas patologías como hemos hecho hasta ahora, para no
poner en riesgo a los pacientes.
Una filosofía que siempre nos guía es hacer que el niño se sienta como
en casa, que esté cómodo y tenga un ambiente amigable, en este momento no puede
ser la prioritaria; lo primero es que el Hospital sea un sitio seguro. Los
acompañantes se han reducido sólo a uno y las mujeres que ahora tienen un hijo
no pueden recibir visitas. Y esto tendrá que seguir así mientras haya
transmisión comunitaria. En estos momentos parece que está bajando, pero no
podemos asegurar nada y es posible que haya un rebrote, porque durante muchas
semanas hemos sido confinados y ahora que volvemos a salir a la calle lo más
probable es que haya una subida de casos, aunque esto no quiere decir que se
llegue a la situación de antes.
Con el retraso en las pruebas diagnósticas, ¿puede ser que en los
próximos meses se detecten más casos entre niños de enfermedades graves, como
el cáncer?
Aunque parte de la actividad se ha reducido en las últimas semanas, lo
que es esencial no se ha postpuesto. Oncología, por ejemplo, ha continuado
funcionando. No creo que pase, porque normalmente cuando detectas un cáncer o enfermedad
grave es que un niño se ha puesto muy enfermo. Lo que sí sucederá es que
actividades no imprescindibles se alargarán más en el tiempo y esto puede tener
una repercusión en las listas de espera. Pero todo lo que son enfermedades
graves hemos intentado que la gente viniera y se sintiera segura. Lo que sí
hemos notado es que la gente, a veces, tenía miedo a venir al Hospital. Yo cada
día llamaba a los pacientes que debían venir al día siguiente para saber si
vendrían y mucha gente me decía que, como no era imprescindible, vendrían
cuando hubiera pasado todo esto. También ha ocurrido que pacientes con
enfermedades muy agudas, como puede ser una apendicitis, han venido más tarde,
de tal manera que han venido con patologías más evolucionadas.
Usted es especialista en Medicina Tropical. Ahora mismo la incidencia en
África del coronavirus todavía es bastante leve, pero ¿cómo cree que puede
afectar la pandemia en el continente africano? Parece evidente que los sistemas
sanitarios africanos no están suficientemente preparados.
De momento el número de casos en el continente africano es mucho más
bajo de los que hay aquí. Por suerte. Pero claro, yo he vivido la epidemia del
virus del ébola allí, trabajando en Sierra Leona en el Hospital Saint John of
God, y la epidemia dejó un sistema sanitario, que ya es precario de por sí, muy
destruido. La gente tenía mucho miedo de ir a los hospitales, por lo que morían
de otras enfermedades, como de malaria o, por ejemplo, mujeres que tenían el
parto en casa, sin ninguna atención. Esto da miedo, porque ellos tienen mucho
en la cabeza la idea del ébola. Las repercusiones de una pandemia como el
coronavirus en un sistema de salud mucho más débil que el nuestro serían mucho
mayores, también para la mortalidad por otras enfermedades.
Lo más preocupante es que la Covid-19 arrastra en Europa y en los países
más ricos a una crisis económica muy grave, debido al paro de la economía y de
las industrias. Si aquí las consecuencias pueden ser nefastas, en África aún lo
serán más. La mayoría de personas viven en la pobreza y sobreviven de
donaciones, los programas de salud funcionan de la financiación de los países
occidentales, y eso se notará mucho el 2021. El presupuesto para cooperación en
materia de salud de África será todavía mucho más limitado. Esto si no acaba de
entrar el virus, porque, si entra será terrible. Afectará de una forma aún más
acentuada que en Europa. No sabemos exactamente por qué el virus aún no tiene
mucha incidencia en el continente africano. Se dice que tal vez es por el
clima, que la incidencia directa de los infrarrojos en el virus puede ayudar a
su destrucción. Pero pueden ser otros factores. También puede ser porque hay
una media de población más joven, que puede ser un factor que contenga también
los casos más graves. Hay muchas cosas que no sabemos de este virus todavía. Es
complicado. Es muy desconocido todavía y, cuando pensamos que estamos
controlando algo, nos aparece otra cosa.
¿Cree que algunos países africanos pueden estar más preparados ante el
coronavirus, con la experiencia que tienen del ébola?
Sí están más preparados a la hora de aceptar un confinamiento, a saber
que hay un momento en que deben aceptar lo que viene y limitar sus movimientos,
pero no están preparados, los sistemas de sanidad que tienen no son fuertes.
Continúan siendo mucho más fuertes los nuestros. Nosotros tenemos mucha suerte
de estar donde estamos. Al final se han puesto en marcha los recursos,
tendremos una grave crisis económica, pero yo creo que vamos a salir de esta.
Creo que, con esfuerzo, dentro de un año tendremos una vacuna. La gente ha
sufrido mucho, y está sufriendo, pero aprenderemos que la prevención es
importante, que cosas tan básicas como el lavarse las manos puede controlar una
infección, y muchas otras cosas simples y no tan simples. Nos han colocado en
nuestro sitio un poco.
¿Qué lecciones extraeremos de todo esto?
En el mundo occidental vivíamos en una falsa seguridad. Pensábamos que
las epidemias no podían volver y que no podría pasar esto, y ahora nos hemos
sentido vulnerables, y creo que le daremos más importancia a cosas a las que no
se la dábamos. Creo que esta crisis nos ha hecho sentir menos prepotentes, y
darnos cuenta de que tenemos que trabajar para tener un mundo mejor y sin
infecciones, y que hay cosas sencillas que puede hacer todo el mundo que
deberían estar mucho más interiorizadas e incluidas en la nuestra educación. Yo
creo que mucha gente no se lavaba las manos al volver de la calle, y son cosas
muy sencillas que permiten cortar la transmisión de un virus.
Los niños han estado muchos días encerrados en casa y hace sólo unos
días que pueden salir un rato. ¿Cree que este confinamiento puede tener
consecuencias en su salud mental?
La verdad es que los niños aguantan mejor las cosas que los adultos, tienen
mayor resiliencia. Han podido disfrutar de pasar el rato con sus padres y han
podido divertirse en algunos momentos. Pero sí es verdad que no todos tienen
las mismas oportunidades. Hay pisos que son muy pequeños y en los que viven
muchas personas. Esto al final genera tensión en la familia, porque los niños
se ponen nerviosos si no se pueden mover. Naturalmente, quienes han tenido un
mínimo espacio o una terraza, lo habrán vivido mejor que quienes viven en un
espacio cerrado y oscuro, y con mucha gente en casa. Pero en relación a la
recuperación y a los problemas de salud mental, tienen y tendrán más los
adultos que los niños. Además, hay otra cosa, que es que los niños viven la
inmediatez, viven el momento.
Nosotros vivimos más angustiados de cara el futuro.
Exacto, y tales preocupaciones no las tienen ellos. Si en ese momento se
lo están pasando bien, no piensan si mañana podrán salir de casa. Cuando a un
niño le dices: «Esto lo haremos el próximo domingo», te dice: «¡Uff, falta
mucho!». Quizás lo han vivido peor los adolescentes, pero la mayoría pueden
utilizar herramientas para comunicarse con sus compañeros.
¿Cómo puede haber afectado el confinamiento en niños con trastornos como
el autismo o, por ejemplo, déficit de atención o especialmente hiperactivos?
Ha afectado, sobre todo, a los niños con autismo, los niños con los que
no puedes conectar o a los que no les puedes contar las cosas y necesitan
moverse. Por eso al final se consiguió que pudieran salir e, incluso, algunos
se tuvieron que identificar porque si no la gente les insultaba desde los
balcones. Era necesario que estos niños pudieran salir. De hecho, yo creo que
si fuéramos más disciplinados, se hubiera podido hacer que todo el mundo
pudiera salir a dar una vuelta un rato, pero ya has visto que cuando se puede
salir, la gente sale y se junta, con lo cual es complicado llevar a cabo el
desconfinamiento de una forma segura.
¿Cree que se está asumiendo responsablemente la desescalada por parte de
la ciudadanía?
Me ha parecido observar que no se mantiene correctamente la distancia
física que debe mantenerse. No se han utilizado correctamente las mascarillas
en lugares donde no se puede mantener esta distancia…eso me preocupa, son cosas
que nos pueden hacer ir hacia atrás.
¿Nuestro sistema de salud estaba suficientemente preparado para la
pandemia del coronavirus? ¿Qué mejoras reivindica?
Yo creo que tenemos un buen sistema de salud, muy buenos profesionales y
hospitales, pero la salud pública y la epidemiología no se veía como una
especialidad importante. Aquí se debería haber invertido mucho más en ello y,
sobre todo, prever qué se necesitaría cuando la epidemia ya era evidente, pero
continuábamos pensando que no llegaría a Europa. Hemos ido un poco lentos con
esto. Yo creo que esta crisis pondrá de manifiesto esto: la necesidad de
invertir en salud pública. Primero lo teníamos lejos, en China, pero en un
mundo global la distancia es difícil de medir. Cuando lo teníamos aquí al lado,
en Italia, era evidente que nos llegaría de la misma manera, pero aquí parece
que se pensaba que nos salvaríamos, pensábamos que nuestro sistema asistencial
era más fuerte y contendría la pandemia, pero no ha sido así. Sin embargo, no
había ninguna razón para pensar que no nos llegaría de la misma manera. Aquí
resbalamos un poco. En Portugal, por ejemplo, se han adelantado mucho más que
nosotros y ha podido frenarlo antes. Nuestro sistema sanitario es muy bueno en
el ámbito asistencial, pero se invierte muy poco en prevención, salud pública y
epidemiología, que en este caso son las herramientas que nos hubieran ayudado a
contener mejor la pandemia.
por
Èlia Pons
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