Diez propuestas para avanzar hacia una
participación más democrática y eficiente.
Las familias no forman parte del problema sino de
la solución; y, por tanto, familia-escuela están condenadas a
entenderse. Mal andamos si no partimos de estas dos premisas. Ello exige
alianzas, sinergias y complicidades para compartir, cooperar y participar en
todo aquello que contribuye al bienestar de la infancia, a la mejora de la
enseñanza y a la transformación educativa. Para ello tienen que buscarse formas
para conocerse mejor y para ponerse en la piel del otro. Hay centros que lo
facilitan o se resisten a ello. Veámoslo con un ejemplo sobre las entradas y salidas.
Hay situaciones en que las familias aguardan a sus hijos en la calle, tras la
verja del patio. En otras se alcanza franquearlo y llegar hasta la entrada del
edificio. Y las hay que incluso pueden permanecer un rato en el aula y a menudo
se les invita a colaborar en distintas tareas complementarias y de
acompañamiento. ¿Y por qué no tienen derecho a disponer de un espacio propio,
al igual que existe la sala de profesores? ¿Acaso ello no enriquecería el
contacto entre las familias y con el centro? Diversas investigaciones muestran
que los vínculos, con frecuencia, se refuerzan más en momentos y espacios no
formales que en las reuniones al uso.
Son varias las razones que explican las
dificultades de la participación por parte de los diversos actores educativos.
Una tiene que ver con estas preguntas: ¿Mi participación será efectiva? ¿Podré
intervenir en la toma de decisiones? ¿Y lo que se decida, será importante? El
tiempo es escaso y a nadie le satisface perderlo sintiéndose como un convidado
de piedra o un comparsa de lo que otros deciden. Pongamos que
hablamos, por ejemplo, de los consejos escolares o de otros órganos de
representación formal en que padres y madres -por no hablar del alumnado-
perciben que los debates ya han tenido lugar en otras instancias y que los
acuerdos ya han sido prácticamente cerrados: solo se les pide su ratificación.
Y poco más. La disyuntiva es clara: ¿Se sigue apostando
prioritariamente por meros organismos de representación formal o estos u otros
logran transformarse en organismos vivos de participación sostenible y de
profundización democrática?
¿Cómo avanzar hacia esta necesaria colaboración
familia-escuela mediante esta nueva dinámica democrática? A título ilustrativo
mencionamos diez puntos que afectan de lleno al porvenir de las escuelas.
- 1. A favor de la inclusión y contra toda segregación. Es responsabilidad
de todos los actores de la comunidad educativa velar por que se haga
efectiva la igualdad de oportunidades y la equidad; para evitar que el
centro se convierta en un gueto o que promueva la estigmatización y
clasificación del alumnado; y para combatir cualquier discriminación en
razón de sexo, etnia o ideología con el objeto de garantizar el pluralismo
y la inclusión.
- Calidad de la enseñanza. Un principio que tiene
que ver con las ratios en las aulas, el tamaño del centro, con los
diversos equipamientos, servicios y recursos. También con la suficiente
dotación y formación del profesorado y de otros profesionales para atender
las crecientes necesidades psicosociales del alumnado.
- Educación a tiempo completo. La enseñanza no se reduce
al currículo sino que incluye el conjunto de las llamadas actividades
extraescolares o complementarias. Todo ello forma parte del derecho a la
educación y la comunidad tiene la responsabilidad de hacerlo efectivo en
todos los centros escolares, y de modo especial en los que optan por la
jornada continua.
- Expansión del proyecto educativo a todo el territorio. Porque, en cierto
sentido, también este forma parte del aprendizaje situado que conecta con
la realidad. De ahí la importancia de movilizar todos los espacios,
servicios, actores y oportunidades educativas. Que no son pocas.
- Intercambio de conocimientos. Se basa en la idea de
trueque y en el principio de reciprocidad en el que se intercambian
tiempos, saberes y habilidades entre docentes, alumnos, padres y madres y
cualquier vecino mediante una red territorial en la que se cubren
necesidades y ofertas. Al propio tiempo también se modifican los roles.
- Deberes y tareas compartidas. Se trata de compartir en
casa y en familia lecturas, visionados de películas y documentales,
diarios de viaje, libros de vida e historias familiares, preguntas y
consultas en torno a proyectos u otras actividades escolares. Siempre con
el propósito de hacer partícipes a los padres del proceso de enseñanza y
aprendizaje.
- Espacios más ricos y diversificados. Pensar en una
escuela más verde y sostenible, con energías renovables, una alimentación
más sana con productos de proximidad y una mayor presencia de la
naturaleza. En este sentido convine una transformación radical de los
patios para optimizar sus posibilidades como espacio de juego, aventura,
encuentro y aprendizaje.
- Escuela de madres y padres. Promover su formación
permanente para establecer puentes entre la educación escolar y familiar a
través de espacios de debate sobre cuestiones relevantes, dinámicas
grupales, servicios de asesoramiento y orientación y otro tipo de ofertas
en colaboración con las entidades del territorio.
- Comunicación virtual y presencial. Hacer un buen uso de los
canales de las redes sociales no solo para facilitar información sino
también para intensificar la comunicación. Y, al propio tiempo, buscar
nuevas fórmulas atractivas para las reuniones presenciales, complementadas
con manifestaciones artísticas o presentación de nuevos materiales y
trabajos escolares.
- Comisiones mixtas. La mejor forma de trenzar vínculos entre familia-escuela es la de
compartir espacios de debate, propuestas y toma de decisiones en torno a
los más diversos ámbitos del centro: actualización del proyecto educativo,
programación de actividades, gestión del comedor, inventario de
necesidades y mejoras, transformación del patio escolar,…
Pueden ser estas diez u otras veinte. En cualquier
caso, lo imprescindible es potenciar la democracia participativa y compartida
de los actores educativos.
Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/pedagogiasxxi/2018/03/21/decalogo-para-impulsar-la-participacion-de-las-familias/
Por
Profesor de
Sociología de la Educación y miembro del grupo de investigación de la Facultad
de Educación de la Universidad de Vic (Barcelona). Es además director de la
revista mensual "Cuadernos de Pedagogía" de la que forma parte de su
equipo de redacción desde su primer número en enero de 1975.