Orientaciones para mejorar la convivencia
El Estudio estatal
sobre la convivencia en los centros de educación primaria, elaborado sobre la
base de más de 33.000 encuestas entre la comunidad educativa de todo el país
ofrece un decálogo de orientaciones con las que lograr mejoras en el clima de
los centros escolares.
La convivencia no parece ser un gran problema,
al menos, en los centros de primaria, según el estudio realizado para el
Observatorio Estatal de la Convivencia, en cuyo pleno, presidido por Pilar
Alegría, ministra de Educación y FP, se han presentados sus datos y
conclusiones.
Más allá de que los casos de acoso o de
violencia en los centros son una minoría (menos del 10 % del alumnado dice
haberse sentido acosado en su colegio), sigue habiendo margen de maniobra para
la mejora de estas cifras. Desde un aumento de la formación inicial y continua
del profesorado en estas manterias o la difusión de buenas prácticas pasando
por la generalización de proyectos de alumnado mediador o ayudante.
Os dejamos aquí el decálogo de elementos que
podrían suponer una mejora de la convivencia en todos los centros de primaria.
El último de los puntos, el número 11 en realidad, se refiere a la publicidad
tanto entre la comunidad educativa como entre la sociedad en general, de las
conclusiones del estudio.
Orientaciones
La convivencia, según muestra el estudio y en
opinión de quienes están todos los días en las aulas y pasillos de los
colegios, es buena. Pero prevalecen ciertas situaciones graves que, en
cualquier caso, están haciendo sufrir a muchas y muchos niños. Esto es lo que
hace necesario que se implementen medidas, en diferentes niveles del sistema,
para conseguir mejoras. El estudio plantea hasta 10, 11 si contamos con la
última, que es dar difusión a los resultados y conclusiones del propio informe.
La primera de ellas habla de la necesidad
de que las decisiones docentes se planifiquen de manera coordinada y
haya trabajo en equipo. En este sentido se habla de la necesidad de crear
un modelo de gestión de la convivencia con un enfoque restaurativo aunque se
tiene en cuenta la falta de tiempos y espacios para poder planificar la gestión
de la convivencia. Como pasos iniciales se plantea que el Observatorio Estatal
de la Convivencia defina convivencia para dar orientación a los centros, al
mismo tiempo que se entiende que el Plan de Convivencia y el Proyecto Educativo
de Centro deberían contener escenarios reales de práctica educativa y
propuestas de convivencia efectivas.
Reducir y agilizar la
carga burocrática en la gestión de la convivencia es otra de las conclusiones. Tanto las direcciones como el
profesorado y los equipos de orientación coinciden en que la burocracia es un
problema para el que necesitan ayuda y asesoramiento a la hora de diseñar,
desarrollar y evaluar los documentos institucionales de convivencia, como
planes, protocolos o medidas preventivas.
También se pone sobre la mesa la necesidad
de profundizar en metodologías y evaluación colaborativas dentro del currículo
para crear destrezas cooperativas que se conviertan en actitudes de convivencia.
Es decir, “a convivir se enseña desde la práctica planificada, programada y
evaluada”, asegura el estudio. Por eso la importancia de profundizar en
aspectos curriculares y de evaluación que mejoren las actitudes de
convivencia. En este sentido se señala la creación de un currículo
específico que explicite competencias y contenidos que promuevan la
convivencia: conocer y comprender los conflictos y la violencia; gestión
pacífica de conflictos; no discriminación, aceptación, colaboración,
cooperación, solidaridad, etc.
El desarrollo la práctica de la
convivencia desde el enfoque restaurativo, preventivo y de calidad es
otra de las apuestas del estudio. La creación de medidas preventivas puede
prevenir problemas como la sustracción o el deterioro de los materiales (uno de
los problemas más señalados por el alumnado) o el maltrato entre iguales. Según
las y los autores, las administraciones deben generar estructuras
participativas de gestión de la convivencia, como podrían ser los observatorios
de la convivencia escolar en los territorios. Además, se señala que el propio
alumnado hace hincapié en las medidas restaurativas como elementos para
potenciar la responsabilidad entre chicas y chicos.
La colaboración escuela-familia en
temas de convivencia y participación sería otro punto destacado. El estudio,
dicen sus autores, confirma la importancia del papel de la familia y de su
colaboración para atender los conflictos. En entorno familiar influye en la
convivencia en el centro, al tiempo que las familias tienen en buena
consideración el trabajo del profesorado en estas cuestiones.
La elaboración de las normas de aula
con la participación y dentro del marco de la acción tutorial. Las normas
tienen mayor impacto si tratan de responder a las necesidades del grupo, de
manera que su participación en la elaboración es interesante. Ahora bien,
“resulta irrenunciable crear condiciones horarias sostenibles en los centros
que garanticen una buena acción tutorial”.
Desde el estudio se resalta la necesidad
de integrar los programas de alumnos ayudantes y los programas de
mediación escolar ante la constatación de que no son conocidos entre
el alumnado que no participa directamente en ellos. Este tipo de programas con
“oportunidades de educación y desarrollo moral siempre que sea al servicio de
la justicia restaurativa”, asegura el estudio que insiste en su extensión por
“lo mucho que aportan al desarrollo de una cultura de la convivencia pacífica”.
Por eso se aboga por una mejora de la difusión y comunicación de este tipo de
prácticas.
En un sentido similar se ve la obligación de intensificar
la formación inicial y permanente desde la práctica de la reflexión.
El estudio defiende el desarrollo y difusión de formación anual sobre convivencia
para directivos, coordinadores de bienestar e integrantes de consejos escolares
de centro, así como la difusión de buenas prácticas de convivencia de manera
sistemática.
La evaluación es importante, así al menos lo
dicen quienes han participado en el estudio al pedir que se generen
herramientas para evaluar la convivencia. Con ellas se podría hacer que el
Plan de Convivencia fuera más ajustado a las necesidades que se detecten en
cada centro educativo. Por esto, se aboga por la creación de proyectos de diagnóstico
y asesoría para centros educativos desde algún tipo de plataforma web.
Para terminar este apartado, se pide la
implementación de una estructura de convivencia que genere una escuela
conectada con la comunidad. Según los resultados del estudio, hay una necesidad
imperiosa de que los centros sean instituciones abiertas al entorno: a los
servicios sociales, municipales o sanitarios, por ejemplo.
Periodista
especializado en educación. Director de El Diario de la Educación. Antes en
Periódico Escuela
Fuente
https://eldiariodelaeducacion.com/2023/05/03/orientaciones-para-mejorar-la-convivencia/
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