Además de potenciar
la comunicación entre familias y docentes, hacer partícipes a los estudiantes
de las tareas de sus padres o flexibilizar la jornada son algunas de las
medidas que propone Isaac Guerrero, maestro de Primaria especializado en
Inglés, para garantizar un ambiente de estudio adecuado en los hogares.
Ante la situación
de emergencia que está viviendo España se ha acentuado la necesidad de
colaboración en todos los sectores y ámbitos de la sociedad. Uno de ellos, sin
duda, es la educación. Debido a la COVID-19, los alumnos y alumnas se han visto forzados a seguir su educación desde casa y algunos padres y madres a
teletrabajar y compaginar sus deberes con los de sus hijos e hijas.
Necesidad de comunicación
Eso ha conllevado
que la comunicación entre docentes y familias se haya convertido en una pieza
fundamental para la formación de niños y niñas.
Esta situación
genera una convivencia escolar, en un ámbito que nunca antes habíamos vivido
(la casa, sin maestros, sin horas programadas, sin recreo y… con los padres),
lo que obliga a adaptarse, creando nuevas rutinas y estrategias organizativas y
formativas, muy diferentes a las que estábamos acostumbrados.
Nadie podía
imaginar este escenario y, pasadas algunas semanas y teniendo en cuenta que
esta situación se puede alargar, no queda otra que intentar crear un ambiente
educacional en casa que permita mantener los contenidos, habilitar nuevos
hábitos y rutinas y que ayude a ‘no perder el curso’ y, sobre todo, que sea
beneficioso tanto para los más pequeños como para los padres.
Jornada flexible
Dada la situación
hay que tener flexibilidad. Es importante establecer una rutina que se cumpla
de lunes a viernes, pero deberíamos intentar que no fuese tan rígida como en la
escuela. Además, recomendamos que se organice mediante un consenso entre padres
e hijos. Recordemos que las decisiones en las que tomamos parte son más
propicias a cumplirse.
Para la creación de
esta rutina proponemos invertir entre 15 o 20 minutos cada mañana para
programar o decidir las tareas a realizar y así organizar el día.
Fomenta que tus hijos e hijas sean tus jefes
Es importante que
durante el cuarto de hora que dedicamos al inicio de la mañana a establecer las
tareas y objetivos del día, no solo sean los hijos e hijas los que comparten,
sino también los padres.
Ellos deben conocer
el trabajo que deben acometer durante el día, lo que permitirá visualizar su
jornada, actividad y programación. Eso les hará más conscientes de lo
importante que son la rutina, la concentración y encontrar un espacio idóneo y
permanente.
Así pues, la
consecución de las metas consensuadas cada mañana serán o deberán ser acicate
para el tiempo libre. No puede existir sin el compromiso de los objetivos
cumplidos cada día (un capítulo de lectura de un libro, los ejercicios de un
tema, etc.). Y podría servir, para estrechar relaciones, juegos compartidos,
además de su tiempo para que ellos decidan en que ocuparlo.
Además, son
necesarios unos minutos para la ‘evaluación’. Será el momento para repasar si
se han cumplido todos los objetivos y motivar a conseguirlos, felicitar los
alcanzados y revisar si las ‘reglas de ese juego’ se han cumplido.
Establecer normas
Son esenciales para
la convivencia intensiva que se está viviendo estos días. Al igual que con los
estudios, las normas se deben acordar entre toda la familia para ciertos
momentos del día: cuando se está trabajando/estudiando, cuando se juega y
cuando es tiempo de relax y descanso.
Por otro lado, no
debemos olvidar, sobre todo si hay niños y niñas pequeños en la casa, que no
han salido a jugar y corretear al aire libre en muchos días. Eso hace que
tengan sus baterías cargadas, estén llenos de energía y no se estén quietos.
Aquí es importante la paciencia de los padres y la organización de actividades
más explosivas como una guerra de almohadones, por ejemplo.
Organizar el espacio
Cuando trabajamos
desde casa es complicado establecer barreras entre lo profesional y lo
personal. Por ejemplo, es difícil ver la habitación o el salón como un espacio
de trabajo, porque no estamos acostumbrados a ello.
Para ayudarnos a
cambiar la mentalidad entre el trabajo y la vida personal podemos:
En el caso de tener
una habitación libre, podríamos utilizarla a modo de despacho en la que solo
estamos allí cuando trabajamos. Lo mismo para los niños y niñas, quienes
podrían estar en el mismo espacio sabiendo las normas y el objetivo de estar
ahí.
En el caso de no
contar con ella, es importante organizar o distinguir el espacio de alguna
forma diferente: ahora es lugar de ‘trabajo’, ahora es un espacio de ‘recreo’.
Por ejemplo, si estamos en el salón podemos mover la mesa a cualquier otro
punto de la habitación cuando estemos trabajando y volverla a poner en el sitio
correspondiente cuando acabemos.
Otros consejos
Cada casa y cada
familia es un caso diferente y estas consideraciones son unas bases generales
desde las que partir en estos tiempos de ‘recogimiento’. Por ello, se pueden
adaptar, mejorar y, sobre todo, darles un toque de ingenio, con el propósito de
hacer de unos momentos desasosegantes un tiempo para la convivencia, las
normas, la cotidianidad y la diversión.
Para fomentar el
trabajo autónomo de los niños y niñas (dependiendo de la edad) podemos
establecer estrategias para que intenten resolver sus propios problemas. Por
ejemplo, podemos enseñarles en media hora cómo buscar en internet información
que necesiten, no consultando tan solo una página web sino leyendo varias y
creando una respuesta propia.
Del mismo modo,
también es posible establecer un tiempo de preguntas en la que nuestros hijos
podrán interrumpir nuestro trabajo para preguntarnos dudas. Aquí es importante
enseñarles a apuntarse lo que no saben y pasar a otra tarea que sí que puedan
continuar haciendo.
También es adecuado
aprovechar el conocimiento de los hermanos mayores y crear en casa un
aprendizaje multinivel, tal como se suele hacer en la escuela rural. Esto
consiste en que alumnos y alumnas de diversas edades están en la misma aula y
unos se ayudan y complementan a los otros.
Esperemos que esta
situación ayude a ver la importancia de establecer una buena comunicación entre
familias y escuela para el desarrollo integral de los niños y niñas que, en
definitiva, es el desarrollo integral de todo un país.
Por
EDUCACIÓN 3.0
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